Adelante por la conquista de las aspiraciones del pueblo ecuatoriano
En el combate contra la dictadura clerical conservadora de Velasco Ibarra, última etapa de un ciclo de regímenes de las clases dominantes que han pretendido perpetuar la tranquila explotación del pueblo, ha surgido un poderoso movimiento popular revolucionario, expresado en la Concentración de Izquierdas.
Derrotado Velasco Ibarra, el Gobierno de Pons no pudo consolidarse como continuador del régimen velas-guisa ni como expresión de las trincas liberales opositoras. Aterrorizado Pons ante el avance tempestuoso del movimiento popular que se había cristalizado en el Congreso de Concentración de Izquierdas y en la vigorosa campaña electoral por el Jefe del movimiento revolucionario, Coronel Luis Larrea Alba, tuvo que recurrir a una nueva maniobra preparada por las trincas del Partido Liberal y por el Alto Comando, con el fin de burlar una vez más las aspiraciones del pueblo.
La dictadura de Páez es una tentativa de contener la lucha de las masas del pueblo por su liberación definitiva. Las viejas camarillas dominantes han tratado de presionar al Gobierno para que adopte medidas represivas contra los sectores mis radicales del movimiento popular y contra su jefe, el Coronel Larrea Alba. Pero la fuerza creciente de este movimiento ha obligado al Gobierno a recurrir por el momento a débiles ataques contra la odiada reacción clerical conservadora y a realizar por lo menos la aspiración de alguno de los sectores que luchaban en el frente de izquierdas. Es así como en el Gobierno de Páez se dió cabida a dos ministros socialistas, pretendiendo estabilizar este Gobierno y romper el frente de lucha popular.
El Gobierno actual ha surgido como consecuencia de la bancarrota de los regímenes feudal-burgueses reaccionarios y sobre todo, del empuje revolucionario del pueblo ecuatoriano. Tenemos hoy un Gobierno de coalición entre las fuerzas liberales que lograron desplazar al Partido Conservador y uno de los sectores del movimiento popular, un actor socialista que piensa que la liberación del pueblo ecuatoriano puede hacerse por medio de reformas en el marco de la carcomida estructura política de las clases dominantes.
No es este el Gobierno que persigue y quiere el pueblo ecuatoriano. El pueblo ha luchado y lucha por la instauración de un Gobierno Popular Revolucionario, de un Gobierno que comience la transformación económica y política del país, que tome efectivas medidas de mejoramiento popular y que inicie la liquidación del dominio de las trincas de gamonales, capitalistas e imperialistas. Mas el movimiento revolucionario popular no está aún suficientemente maduro, y hasta preponderancia política de este movimiento ha estado en las manos de las clases medias urbanas, de los empleados, profesionales, artesanos y estudiantes de las ciudades y los pueblos y parte de la oficialidad del ejército. Los obreros y campesinos, los indios y montuvios, los clases y soldados, es decir, los sectores más numerosos, más explotados y mis revolucionarios de la población, a pesar de su participación activa y heroica en toda esta lucha, no son los que han decidido la situación, por no haber estado a la cabeza del movimiento.
Pero el Gobierno actual, que no es un Gobierno revolucionario, sino un Gobierno con tendencias nacional reformistas, puede y debe dar a las masas populares que están en pie de lucha por su mejoramiento, la satisfacción de algunas de sus necesidades más imperiosas. Los ministros socialistas pueden y deben exigir desde el Gobierno, si no quieren defraudar el movimiento popular, por cuyo impulso han ido a ese sitial, la satisfacción de esas necesidades y la continuación de la lucha contra la reacción clerical conservadora. Si un movimiento armado de las trinas de gamonales conservadores quiere hundir nuevamente al país en el terror y la reacción, el pueblo revolucionario ecuatoriano, que ha provocado la situación actual; el Partido Comunista, que ha defendido lealmente los intereses de ese pueblo, estarán listos a combatir ese peligro al lado del Gobierno, incluso con las armas en la mano.
El Partido Comunista, que lucha enérgicamente por la defensa i tereses del pueblo, apoyará toda medida que signifique su mejoramiento y el ataque a los privilegios de las argollas explotadora: pero asimismo estará dispuesto a combatir todas las vacilaciones y todas las tentativas de contener el desarrollo del movimiento popular.
Este movimiento continuará fortaleciéndose, agrupando a los sectores proletarios y campesinos y consolidando sus filas; seguirá incansable en su lucha por la instauración de un Gobierno Popular revolucionario, la única solución para llenar los anhelos de liberación del pueblo ecuatoriano. Pero mientras tanto exige del Gobierno actual el aplastamiento de la reacción acción clerical conservadora y la satisfacción de estas urgentes reivindicaciones:
1. Amplias libertades políticas para el movimiento obrero, campesino, indígena y popular en general.
2. Enérgicas medidas contra los jefes de la reacción clerical conservadora, contra los especuladores con el hambre del pueblo, contra los capitalistas y gamonales explotadores.
3. Medidas efectivas para el mejoramiento de las condiciones de vida de las masas, elevando salarios y sueldos, abaratando las subsistencias.
4. Anulación de las deudas campesinas, rebaja de los arrendamientos, reparto de las tierras incultas y, en general, medidas que tiendan a mejorar las condiciones de vida de la población agraria.
5. Revisión de los contratos con las empresas imperialistas, que succionan las riquezas del país, sin dejar ningún beneficio para éste; controlando sus actividades y obligándola a mejorar la situación de los obreros de esas empresas.
¡A la lucha enérgica por estas reivindicaciones!
¡A continuar el movimiento de liberación social y nacional del pueblo ecuatoriano!
El Comité Regional del Partido Comunista: (Sección de la Internacional Comunista).
Quito, octubre 14 de 1935
Edit. de "El Correo", Olmedo 52, Quito.
Fuente: Hojas Volantes (1935), Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit (BEAEP), Cotocollao, Ecuador, en Hernán Ibarra C., La formación del movimiento popular: 1925-1936 (Quito: Centro de Estudios y Difusion Social (CEDIS), 1984), 102-104.
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