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El movimiento revolucionario latino americano 

 

Resolución sobre el problema racial en la América Latina

Fuente: Jan Jolles, Sandalio Junco, and Ricardo Arturo Martínez, ‘Resolución sobre el problema racial en la América Latina’, Buenos Aires, 12 junio 1929, RGASPI, F. 495, op. 79, d. 73, pp. 3–5. pdf

La primer Conferencia Comunista Latino Americana señala la impostergable necesidad que los Partidos Comunistas de la América Latina se planteen el problema de las razas negra y indígena que pueblan el Continente, y que constituyen la gran mayoría de las fuerzas productoras de la América Latina.

Es necesario señalar que la Primera Conferencia Comunista Latino Americana, debido a la carencia de estudio previo de la mayoría de los P.C., no ha podido elaborar una tesis de carácter continental y de la amplitud que tan fundamental problema requiere; así mismo, señala el importante hecho que por primera vez se haya planteado ante el movimiento comunista de la América Latina el problema de las razas oprimidas como tal, tomando en consideración que hasta el presente muchos Partidos negaban su existía como problema racial, sino como una cuestión agrícola-económica.

La participación de los compañeros de los países donde con mayor intensidad se manifiesta esta problema, - Perú, México, Bolivia, Cuba, Brazil, etc. – claramente ha demostrado, no solo la existencia de un agudo problema racial, sino también el inmenso contingente revolucionario que constituyen esas razas oprimidas, y especialmente en casos donde se manifiestan como nacionalidad oprimida.

Desde los invasores coloniales, durante el periodo de regímenes feudales y semi-feudales que han imperado en la América Latina, hasta el periodo de la intensa penetración imperialista, las razas indígenas y negra han sido consideradas bajo diversos disfraces explicando la condición de su atraso y explotabilidad, con el argumento de su inferioridad o primitivismo. Con esto las razas invasoras no ha hecho otra cosa que reproducir en esta cuestión nacional interna las razones de la raza blanca en la cuestión del tratamiento y tutela de los pueblos coloniales.

Este concepto y el fomento de rivalidades interraciales en la producción han contribuido a que perduren y se intensifiquen prejuicios raciales que han retardado y retardarla unificación del proletariado blanco y mestizo con el proletariado indígena y negro. Con la penetración imperialista se han intensificado estos prejuicios, no solamente en el sentido de la intensificación de prejuicios de razas de un mismo país, sino entre las mismas razas de diferentes nacionalidades – los conflictos suscitados entre negros haitiano y jamaiquinos, traídos a Cuba para la zafra, a Venezuela para la explotación petrolifica, a Pto. Rico etc.

Existen costumbres y tradiciones raciales que son hábilmente explotadas por las clases explotadoras en prejuicio del proletariado indígena y negro; existe la tendencia marcada de combatir todo lo  que significa tradiciones progresistas, como las tendencias colectivistas etc., mientras se trata de fomentar resabios primitivistas que acentúan la inferioridad racial.

Puede considerarse que el 60% de la población de la América Latina es indígena o negra; hay un gran porcentaje de mulatos y mestizos, y una minoría de raza blanca.

Mientras que esta minoría blanca es esencialmente parasitaria la inmensa mayoría de las otras razas encuéntrense en la base de la producción. En la mayoría de los casos puede considerarse que la raza india encuéntrase mas íntimamente ligada al problema agrario, mientras que la raza negra se encuentra en las labores mas pesadas, en la producción mas industrializada.

Los países donde el problema indio engloba a la gran mayoría de la población son México, Perú, Bolivia, Ecuador, Guatemala. En los países donde la base de la economía es principalmente la agricultura – México, Perú, Ecuador y Guatemala – la enorme mayoría de los indios encuentrase trabajando en los grandes latifundios víctimas de explotación de tipo feudal; un crecido número que vive del producto de la tierra en comunidades, las que vienen siendo absorbidas por los latifundios y dependen de la dominación latifundista. Sin embargo en estos países donde aparece un desenvolvimiento industrial, como la minería en el Perú y en México, el proletariado está constituido en su gran mayoría por indígenas. Por otro lado en Bolivia, cuya base fundamental económica es la minería, el proletariado también es indígena.

En los países donde el problema negro tiene mayor importancia, por su porcentaje por en la población total – Brasil, Cuba, Santo Domingo, Venezuela, Panamá, etc. – se encuentra la raza negra en la base de la producción, ya sea agrícola o industrial, preponderando en las faenas más pesadas.

En la América Latina los mulatos y mestizos encuéntranse aunque después de los indios y negros en segundo lugar, y en posición preponderante dentro de la población. En algunos países constituyen la mayoría de la población – Brasil, Colombia, Venezuela, Cuba, algunos países centro americanos etc. –, En estos países es éste el proletariado básico. Es importante señalar que en toda la América Latina la clase dominante y el imperialismo tratan de fortalecer sus posiciones corrompiendo ciertas capas de mestizos y mulatos utilizándolos en posiciones más favorables, (capataces, mayordomos en los latifundios y haciendas, favoreciéndolos con pequeños privilegios etc.), convirtiéndose en capa fértil para la infiltración de las organizaciones reformistas, agentes del imperialismo en el campo sindical.

En la raza indígena se encuentran en la actualidad rasgos fundamentales de su primitiva constitución colectivista. Estos consisten en la existencia entre los indios ligados a la agricultura, de comunidades agrícolas en gran número, muchas de las cuales conservan los caracteres de propiedad y cultivo de la tierra en común y de la repartición de sus productos entre sus miembros. Los indios que viven fuera de sus comunidades no han abandonado los hábitos de cooperación en las faenas agrícolas y aún en las labores industriales.

Sus características raciales son, en primer término un apego profundo a la tierra que cultiva, un espíritu innato de solidaridad que los hace coaligarse para resistir a la expropiación de su tierras por parte de los latifundistas y a la explotación de su trabajo, realizada por métodos esclavistas, enganches fraudulentos, castigos corporales, remuneraciones exiguas, jornadas de sol a sol, etc.

Por toda esta serie de condiciones oprobiosas el indígena tiene una profunda aversión hacia todo lo que no sea de su raza, considerando a los blancos y mestizos en general como los que secularmente los han oprimido y explotado, y englobando en estos a los mismos indios que se han asimilado a estos últimos. Este adversión se ha reflejado y se refleja en frecuentes levantamientos indígenas de las masas explotadas, en contra de los latifundistas y de la penetración imperialista, y de las autoridades estatales a su servicio.

Estos levantamientos espontáneos, a pesar de no tener una claridad en su expresión, que se debe al bajo nivel social y político de los indígenas, no pueden ser interpretados de otro modo que como luchas por la liberación del yugo secular del latifundio y su contenido político el estado burgués, y las razas opresoras.

La raza negra no tiene su origen etnológico en la América Latina, sino que su introducción fue originada para la explotación esclavista de las grandes latifundios y plantaciones agrícolas por la burguesía colonial y que ha pasado por un proceso de asimilación en lo que a costumbres e idioma se refiere. Las clases dominantes han pretendido con restricciones políticas y sociales, muchas veces al margen de sus propias leyes, aislar a la raza negra como tal para evitar con ellos el mestizaje y el ascenso a escalas sociales superiores. Este aislamiento forzoso acentúa el sentimiento racial que en este caso se identifica con el deseo de liberación del yugo opresor de la raza blanca latifundista. Este sentimiento puede cristalizarse en regiones densamente pobladas por negros – algunos estados del Brasil –, en aspiraciones de autonomía nacional.

Con la creciente penetración imperialista, principalmente del yanki en las regiones del Caribe, vienen manifestándose muchas de las fases que caracterizan el ignominioso tratamiento de que son víctima los negros en los Estados Unidos. La exclusión de los negros en determinadas funciones públicas, profesiones liberales y clasificaciones en todas las tareas de la producción.

Por lo expuesto se desprende que existe en problema racial íntimamente ligado al proceso económico de la producción, y por ende de una potencialidad revolucionaria extraordinaria. En el proceso de la lucha contra el imperialismo, contra las burguesía nativas, por las reivindicaciones propias de la revolución democrático burguesa FORMA PARTE LA LUCHA DE LOS INDIOS POR LA REIVINDICACIÓN DE SU NACIONALIDAD OPRIMIDA. Esto no significa que pretendemos de obligar a los indios a buscar su propia nacionalidad, sino por intermedio de todas nuestras palabras de orden debemos hacerles llegar la absoluta convicción de su derecho a determinar su propio destino como nación y que esto lo conseguirán tan solamente  mediante la alianza revolucionaria con el proletariado blanco y mestizo latinoamericano y de la propia metrópolis.

Las tareas fundamentales que se plantean a los comunistas de la América latina son las de revisar su actitud y conceptos de indiferencia hacia el problema de las razas en la América Latina que hasta el presente había prevalecido; dedicar sus energías a un estudio concienzudo de las características que en cada uno de sus países presenta el problema racial, y contribuyendo con sus investigaciones y experiencias prácticas a elaborar líneas justas para la movilización de las masas indígenas y negras del continente contra el imperialismo y los gobiernos nativos.

No debe desligarse el problema racial de las actividades generales de nuestros partidos, sino por el contrario en nuestras luchas cotidianas contra la explotación latifundista, contra los métodos feudales de explotación, debemos incluir las reivindicaciones especiales para los indios y negros. En determinadas circunstancias las reivindicaciones sociales y políticas de las razas indígena y negra deben ser motivo de compañías especiales, pero siempre ligándolo al problema central de la lucha por la tierra, por el gobierno obrero y campesino y por la autodeterminación nacional.

Buenos Aires, Junio 12 de 1929

Mayoría Comisión del Problema Racial: J. Jolles, S. Junco, R.A. Martínez


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