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El movimiento revolucionario latino americano 

 

Octava sesión, realizada el 4 de junio

Prieto. (Presidente). - Continúa la discusión sobre el punto de la orden del día referente a la táctica. Tiene la palabra el compañero Villalba, delegado por Guatemala.

Villalba. (Guatemala). - Camaradas: Sobre los problemas planteados por el compañero Luis, al hablar sobre las cuestiones de táctica, manifiesto que en el Partido de Guatemala se desconocen muchos de los problemas por él planteados y no se tiene una noción clara, no solamente de la táctica, sino también, de la organización del Partido Comunista. En nuestro descargo, podemos decir que eso se debe a que- como lo ha manifestado el compañero Luis- la Internacional Comunista "descubrió" tarde a la América Latina.

El partido de Guatemala nació en el año 1922; en abril de 1924, resolvió adherirse a la Internacional Comunista, la cual hasta hace un año, no ha tenido en cuenta esa adhesión. El afio pasado, por primera vez, se nos invitó a concurrir al VI Congreso que se celebró en Moscú, invitación que nos llegó por intermedio del Partido de Méjico. Así este Partido nos invitó a que nuestra delegación saliera junto con sus delegados, pero, luego no nos comunicó nada más, y si no fuera porque nos llamó la atención el Secretariado Sudamericano, no hubiésemos enviado nuestra delegación. Con todo, nuestro delegado llegó a Moscú cuando el Congreso ya había terminado y pudo asistir solamente al Congreso de la Internacional Juvenil Comunista. Es entonces, el Partido Comunista de Méjico el que tiene la culpa de esto, porque según se nos dijo, tiene la responsabilidad del movimiento en América Central.

Juárez. (Cuba). - En lo que respecta al trabajo sindical, se les ha ayudado a los compañeros de Guatemala; ahora si por culpa del Partido de Méjico, el delegado de Guatemala llegó tarde a Moscú, eso es otra cosa.

Villalba. (Guatemala). - Así es, compañero. En cuanto a la elección del delegado, púedo decir que ha tenido que hacerse en forma apresurada, y el que fué, no prestó a su retorno, la utilidad que el Partido podía esperar. La Internacional Comunista llegó tarde a América Latina y especialmente a América Central, donde existen grandes simpatías para nuestro Partido. Esta Conferencia debe tener muy en cuenta a los partidos centroamericanos y dedicar más atención al movimiento revolucionario de esos países. El Partido Comunista, de Guatemala carece de experiencias porque ha habido falta de preocupación hacia él y nadie se ha interesado por educarlo. Las tesis de la Internacional Comunista son casi desconocidas. La organización celular se conoció allí el año pasado, por lo tanto, las células que se han constituído, funcionan mal.

Nosotros nos proponemos desarrollar una intensa propaganda, a los efectos de atraer hacia nuestro Partido a la gran mayoría de los obreros que simpatizan con el comunismo. No quiero hablar en este momento sobre la cuestión sindical, porque ahora sólo quería referirme a la cuestión táctica, reservándome para el momento en que se trate aquel punto de la orden del día, para exponer la situación del movimiento sindical. Nada más.

Ramírez. (Uruguay). - Compañeros: La delegación uruguaya considera exactas las críticas formuladas por el compañero Luis en su informe, con respecto a las fallas del Partido Comunista del Uruguay. Es preciso manifestar que el Partido Comunista del Uruguay desarrolla sus actividades dentro de un régimen democrático de gobierno, existente en el país desde hace muchos años. Es conveniente hacer constar, sin embargo, que desde poco después de terminada la guerra europea, ha existido, con carácter permanente, un serio peligro de gobierno fuerte, situación que subsiste todavía y que pone en peligro el régimen democrático. Nuestro Partido ha estudiado ese problema, fundamentalmente en su X Congreso, realizado en 1927 y ha fijado su posición en lo que respecta a las tareas destinadas a combatir toda posibilidad de una dictadura.

Causas de la amenaza del gobierno fuerte.

La riqueza fundamental de nuestro país la constituye la ganadería. El 95 %, aproximadamente, del total de la exportación del país, corresponde a los productos y subproductos de la ganadería, y el 81% de la extensión territorial, está ocupada por los establecimientos ganaderos. Los estancieros realizaron un excelente negocio durante la guerra, pero poco después de terminada ésta, hubo una gran crisis de precios en el mercado mundial, que repercutió en forma desastrosa en nuestra industria ganadera. Fué entonces cuando los grandes capitalistas rurales concibieron la idea de salvar su situación haciendo recaer todo el peso de la crisis sobre los obreros y campesinos del país. Los ganaderos pidieron a gritos un gobierno fuerte, que diera por tierra con las pocas conquistas de la clase obrera y abriera amplio campo a una mayor explotación de los trabajadores, como asimismo, que permitiera cortar las alas a la demagogia del partido democrático gobernante. En las Cámaras, en el Consejo Nacional de Administración (cuerpo ejecutivo colegiado de gobierno), en las Asambleas representativas (comunales), en la prensa, etc., se hablaba descaradamente de la urgente necesidad de instaurar un gobierno fuerte que permitiera sobrepasar la crisis de los ganaderos, a costa principalmente de la población trabajadora. Nuestro Partido tomó una posición clara y realizó una campaña de agitación de ciertas proyecciones, que le permitió clarificar la situación y lanzar las consignas ante la clase trabajadora del país. La situación económica y política continúa en las mismas condiciones que entonces, a pesar de que la burguesía ganadera ha obtenido algunos ventajas transitorias, como ser un leve repunte en los precios del ganado y la creación de un frigorífico nacional que, ellos creen, les permitirá competir con el "trust" yanqui de frigoríficos y mejorar sus negocios. Es bueno recordar que en un congreso de ganaderos realizado hace pocos meses, se han tomado medidas de defensa muy serias, entre las cuales figura la creación de una Comisión de Vigilancia Económica, que ha iniciado sus tareas, con gran actividad, combatiendo enérgicamente los proyectos de jubilaciones de los obreros y empleados y de salario mínimo que están en discusión en las Cámaras. Dicha Comisión no sólo realiza tareas de agitación y de propaganda, sino que también de organización de las fuerzas sociales que le responden, para una lucha decisiva contra el régimen democrático burgués existente. Nuestro Partido tiene, con relación a este asunto, una tarea muy seria y de mucha importancia y sobre todo, responsabilidad, que cumplir, y se propone estudiar ampliamente el problema en su próximo Congreso.

Bajo nivel político del Partido.

Nuestro Partido tiene todavía un bajo nivel político. Ha salido hace ocho años de la social-democracia y conservó por mucho tiempo, resabios social-demócratas. Había cambiado de nombre pero con mucha lentitud modificó su contenido político. Actualmente se opera una profunda transformación en el sentido de mejorar su bagaje ideológico y rápidamente realiza un proceso de "bolchevización". Nuestro mayor error ha consistido en no discutir con la amplitud necesaria, los problemas a estudio. El problema del frente único, por ejemplo, fué discutido y resuelto sólo en la dirección, sin que la base tuviera ninguna participación en los debates, y sólo se enteraba de la consigna por las directivas para su aplicación, que sin mayores explicaciones daba el Comité Central. El problema de las reivindicaciones inmediatas solamente fué llevado a la base y en forma muy precaria, en el caso de nuestro exdiputado Mibelli que sufrió serias desviaciones derechistas, y que fué expulsado del Partido por su persistencia encarnizada en el error, que le condujo a cometer graves y repetidas faltas disciplinarias. El problema sobre los peligros de guerra, ha sido también discutido en la base, pero en forma harto deficiente lo que entraña un serio peligro, ya que nuestros afiliados, faltos de una capacitación adecuada, se verán en la situación de aplicar mecánicamente las resoluciones de la dirección. Nuestros cuadros dirigentes no han mejorado sensiblemente. Aparecen muy pocos dirigentes nuevos. A pesar de eso, han sido llevados a la dirección, obreros de base que participan eficientemente en los trabajos de dirección, pero es absolutamente urgente acelerar el proceso de proletarización del Partido y de sus cuadros de dirigentes.

Mejora la composición social del Partido.

Nuestro Partido en su composición social, mejora día a día. Durante los trabajos de reorganización realizados fundamentalmente en la Capital, en los últimos tiempos, se han señalado progresos efectivos; el 90% de los afiliados de la Capital son asalariados. Contamos con 12 células de fábrica que engloban en total a 112 afiliados. Esas células funcionan en empresas muy importantes desde el punto de vista estratégico, como ser, dos células de frigoríficos (con tres mil o más obreros, cada uno), dos células de estaciones de tranvías, una de la Usina Eléctrica del Estado, una en el Ferrocarril, una en el Puerto, etc., etc. Algunas de esas células, como la del Puerto y tranviaria, funcionan muy bien y editan periódicos de empresa. Falta en general un severo ajuste en el funcionamiento de esas células, sobre todo en el sentido de hacerles realizar un verdadero trabajo orgánico, colectivo.

El Partido ha trabajado bien en las organizaciones de masas.

En general, nuestro Partido ha trabajado bien en las organizaciones de masas. Cuenta con una Federación Roja del Deporte, que agrupa a cerca de dos mil jóvenes obreros, lo que nos permitió enviar una nutrida delegación a la Spartakiada de Moscú. Hemos creado una Liga Anti-imperialista que funciona bajo nuestra dirección. Dicha liga ha marchado con cierta irregularidad en los últimos tiempos, pero tiende ahora a mejorar en su trabajo. Sin embargo, ha tomado participación importante en los actos de cierta trascendencia, como ser, cuando la visita de Hoover, que se destacó en su propaganda anti-imperialista, reafirmando su prestigio entre las masas. Tenemos también en el país, una Alianza Antifascista que funciona bajo nuestra influencia y la Sección Uruguaya del Socorro Rojo Internacional, consolidado ya definitivamente como la más seria institución defensora de los presos por cuestiones sociales. Finalmente, se ha realizado bajo nuestra iniciativa un Congreso de Unidad Sindical que agrupó a doce mil obreros organizados y que dejó fundada la Confederación General del Trabajo del Uruguay. Nuestro Partido ha prestado todo su apoyo a ese Congreso y sus hombres más activos en ese campo, están trabajando en pro de la organización sindical. Claro está que nuestro Partido no ha sabido sacar todo el provecho político necesario de esas organizaciones de masas. Como en muchos Partidos del mundo, en nuestro Partido se nota una gran desproporción entre nuestros efectivos y nuestra influencia sobre las masas. Donde más ha sido descuidado nuestro trabajo político ha sido en la Federación Roja del Deporte, pues allí no funcionan las fracciones comunistas, de atracción de obreros a nuestras filas. En lo sucesivo, nuestro Partido corregirá este error.

El trabajo del Partido en el movimiento sindical.

En el campo que más éxito ha tenido nuestro Partido, es el sindical. La dirección del Partido ha debido librar una gran batalla contra la resistencia al trabajo en los sindicatos que oponían nuestros afiliados. Los tiempos eran malos realmente, para los comunistas. Los anarquistas eran dueños y señores del movimiento sindical; y aplicando sistemáticamente sus principios sectarios, expulsaban a los comunistas de los sindicatos; convertían las asambleas en verdaderos campos de batalla, para imponer por la fuerza sus falsos puntos de vista. Pero nuestro Partido, en su X Congreso resolvió, después de extensa discusión, poner el trabajo sindical en el primer plano de las tareas del Partido y esa palabra de orden fué cumplida por nuestros afiliados. La dirección misma dedicó sus mayores actividades al trabajo sindical y en el término de dos años, pudimos desalojar a los malos dirigentes de los sindicatos y en ese momento se empieza, bajo nuestra dirección, un importante trabajo de reorganización de los sindicatos, el reajuste de los cuadros sindicales, de organización de las masas desorganizadas que representaban un elevado porcentaje: el 95 %. La táctica del frente único nos dió un gran resultado en nuestro trabajo para la conquista de los sindicatos. Los anarquistas sabotearon nuestras proposiciones de frente único, se oponían sistemáticamente a todo contado entre los sindicatos que actuaban bajo nuestra influencia y los que trabajaban bajo sus banderas. Pero mientras ellos hacían esas maniobras de desorganización, de sabotage del frente único, disolviendo, las asambleas que no les eran propicias, con tumultos y actos de matones, asaltando a balazos nuestros actos, expulsando arbitrariamente a los trabajadores que se solidarizaban con nuestras proposiciones unionistas, boicoteando a nuestro diario, el único diario revolucionario del país etc., etc., las masas se solidarizaban con nosotros, seguían nuestras consignas y sindicatos enteros, abandonaban a los desorbitados dirigentes anarquistas, para apoyar nuestra recia y vivificante campaña unionista.

Nuestro trabajo sindical no se redujo solo a una actuación firme dentro de los sindicatos, para arrancarlos de la nefasta influencia anarquista, sino que también se dedicó seriamente a la organización de los desorganizados, creando fuertes organismos que servían de base para nuestro trabajo de unidad. Fué así como triunfamos ampliamente, como llegamos a realizar un Congreso de Unidad Obrera, con las cuatro quintas partes del proletariado organizado del país y como los principios de unidad se abren camino rápidamente entre los trabajadores del Uruguay.

El problema campesino.

Diré muy pocas cosas de nuestro problema campesino, ya que ese punto tiene capítulo aparte en esta Conferencia y se estudiará ampliamente por separado. Nuestro Partido aún, no ha estudiado con la debida atención, la cuestión agraria, aunque comprendido lo fundamental del problema, fijando una posición exacta frente a esta cuestión sumamente importante para nosotros, pero no ha sabido llevar a la práctica las consignas adoptadas para el trabajo entre los campesinos.

En el país existen alrededor de 200.000 asalariados agropecuarios y 60.000 campesinos pobres. La organización de las distintas capas campesinas es pues un problema serio y urgente, que debemos encarar de inmediato, ya que ningún movimiento importante de masas se podrá realizar en el país, sin la intervención de los trabajadores del campo. Para organizar la lucha contra el imperialismo y los peligros de guerra, será particularmente importante contar con la organización de los asalariados del campo y de las distintas capas de campesinos pobres.

Tareas futuras del Partido.

Nuestro Partido, pues, debe realizar de inmediato las siguientes tareas:

1-         Elevar el nivel político de nuestros afiliados, llevando a estudio de la base, todos los problemas y realizando una amplia discusión que contribuya a la capacitación de los afiliados.

2-         Reforzar nuestra organización y orgánicamente nuestros cuadros, en el sentido de realizar un trabajo más colectivo y estableciendo una mayor vinculación de la dirección con la base del Partido.

3-         Crear nuevos cuadros de dirigentes, haciendo entrar en ellos al mayor número de obreros posibles.

4-         Enfocar, para un trabajo enérgico de agitación y organización, aquellas empresas importantes desde el punto de vista estratégico y que son indispensables para un serio movimiento de masas, como ser: campesinos pobres y asalariados agrícolas de estancias, frigoríficos, saladeros, transportes, etc.

Todas estas tareas debe realizar de inmediato nuestro Partido, si desea realmente tener bajo su influencia a las masas obreras y campesinas para conducirlas a la victoria. Nada más, compañeros. (Aplausos).

Padilla. (Ecuador). - Compañeros delegados: estoy de acuerdo con el compañero Luis cuando dice que es necesario transformar el Partido del Ecuador en un verdadero Partido Comunista, formado por obreros y campesinos. Es sabido cómo se formó y se agrandó rápidamente el Partido Socialista en nuestro país, como igualmente, el gobierno que surgió de la revolución del 25, toma en su seno a algunos elementos "socialistas". Ultimamente, con motivo de las elecciones a la Constituyente, subieron al Parlamento siete socialistas y entre ellos se le recomienda a Ortiz una serie de proyectos con reivindicaciones para los obreros y campesinos, que debía defender en el seno de esa corporación, pero de esos parlamentarios, solamente se presentaron dos. Estos diputados no hicieron labor socialista, y a la segunda sesión a que concurrieron, se notó que Ortiz coqueteaba con los conservadores y que trataba por todos los medios, de esconder su falta de convicción por nuestro Partido y su marcada tendencia a abandonar todo trabajo en este sentido, pasándose a las fuerzas contrarias. Se declaraba socialista pero "gubernamental"… En una palabra; quería servirse de las masas trabajadoras para sus propios intereses y de apoyo incondicional al gobierno actual.

Cuando se realizó la elección para el cargo de presidente de la República y se propuso como candidato al actual mandatario Ayora, Ortiz planteó la cuestión de que nuestro Partido debía votar por ese mandatario burgués, y esa fué la causa por la cual lo expulsamos del Partido, sin más trámites. En esa oportunidad, Donoso que se decía comunista, se presenta como defensor del traidor Ortiz. Se realizó, entonces, un Comité Central Ampliado y más tarde un Congreso o Conferencia Provincial, integrada casi completamente por estudiantes. Baja Ortiz de Quito para defenderse en esta Conferencia, declarando al final de los debates, que formaría un nuevo Partido y así es como constituyen el Partido "Socialista" independiente de la Internacional Comunista, pero dependiente y ligado al gobierno burgués de Ayora. Se efectúa más tarde, un Congreso Obrero y Campesino que atrajo a una crecida cantidad de éstos. En esa reunión se plantea la misma cuestión de Ortiz y le salió de defensor Donoso, pero ya previamente se había aclarado bastante sobre este asunto; la fracción que encabezaba Donoso fué aplastada en toda la línea. El Congreso estaba dividido, casi perfectamente, en dos bandos: los estudiantes e intelectuales que defendían a Ortiz y Donoso, y los obreros y campesinos genuinos que defendían la línea revolucionaria, que al fin triunfó. El grupo de Donoso, ante derrota tan aplastante, se retiró de la reunión. Se constituyen, entonces, dentro del Partido, tres grupos de intelectuales: Donoso-Regató, Maldonado y Jara que se combatieron en todas las formas imaginables. Sí se han cometido errores tan grandes por parte de nuestro Partido, esto se debe, compañeros, a que no se tenía una dirección de obreros y campesinos como creo que es necesario a todo Partido verdaderamente revolucionario, porque ya sabemos lo que son la mayoría de los intelectuales que vienen a nuestro lado: arrivistas.

Sigo explicando las incidencias surgidas en nuestro Partido. Paredes, que es un elemento bueno y honesto, como secretario del Partido, convocó un nuevo congreso, en el cual se discutió la resolución del Comité Central Ampliado, llegándose a ratificarla plenamente.

No quiero referirme, compañeros, a la historia de las luchas de los conservadores y liberales, porque es de las más repugnantes y demuestra hasta qué punto ha llegado la corrupción de las clases gobernantes del Ecuador. En casi todos los países de América Latina se presentan esos casos de corrupción, por lo que no hay que perder tiempo en analizarlos, ya que todos los compañeros delegados los conocen.

Yo creo, camaradas, que la Internacional Comunista deberá ocuparse más y más seriamente de nuestro Partido, pues hay las condiciones especiales para desarrollar organizaciones que agrupen a las grandes masas de los asalariados de la ciudad y del campo. Otro punto que creo debe preocupar a esta Conferencia, es la dirección. A mi juicio, el que se refiere a la composición social de nuestros Partidos y de la dirección, es de fundamental importancia. Tenemos experiencias bastante nefastas de los elementos intelectuales y estudiantes, que se los debe desechar casi completamente, salvo contados casos de sinceridad y convicción bien probadas. Tenemos que buscar que los obreros y campesinos prevalezcan en la dirección, que dominen, que predominen en la dirección, aunque no tengamos tanta facilidad de palabra y no se haya leído tanto, pero que siempre son honestos, honrados, y cuando se dicen comunistas, son capaces de los mayores sacrificios para el Partido.

En lo que respecta a la organización sindical del Ecuador, debo agregar pocas palabras. Si se tienen en cuenta las condiciones favorables de la masa dé obreros y campesinos para el trabajo de organización, notamos que las actuales organizaciones pueden engrandecerse rápidamente si se hace alguna propaganda. Debo agregar que el Secretariado Sudamericano no ha enviado nada para este objeto, es decir, folletos de propaganda, etc. Creo que es necesario que este organismo continental se preocupe más de nosotros. Publicamos solamente un periódico semanal: "Vanguardia" y esa es toda nuestra propaganda.

En lo referente a los anarquistas, debo decir que en el Ecuador ya han fracasado completamente, y que se los puede considerar como pasados a la historia. En lo que respecta a nuestro Partido, es necesario que la Internacional Comunista y el Secretariado Sudamericano, tomen las medidas necesarias para que se realice cuanto antes un Congreso, que eche al diablo a los elementos malos y traidores que hay en su seno y se dé una composición social, una organización y una ideología perfectamente comunista, encuadrada en la táctica de la Internacional Comunista. (Muy bien; aplausos).

Arana. (Ecuador). - Camaradas: yo intervengo en este debate, sólo para agregar muy pocas palabras al informe del compañero Padilla, que me parece completo en líneas generales. Nuestro Partido cuenta con un total de 2.260 afiliados, pero el número de cotizantes sólo asciende a pocos centenares y los que se sacrifican en todos los trabajos, gracias si alcanzan a un centenar. Hay muchos que no concurren a las asambleas y semejantes elementos no pueden ser tolerados en nuestras filas. En homenaje a la verdad hay que decir que, si bien recientemente ya la depuración se comenzó, teníamos y tenemos actualmente, a reformistas que estuvieron y están contra la Internacional Comunista, de ahí que fuera necesario hacer una limpieza del Partido, tarea que debemos proseguir sin descanso. Hemos comenzado, también, y lo menciono de paso, el trabajo de penetración en las grandes empresas imperialistas donde nuestro Partido tendrá que reclutar sus efectivos.

Sobre los resultados de la Conferencia del Comité Central Ampliado, se puede afirmar que las resoluciones tomadas eran políticamente buenas y encuadradas en la ideología comunista, sólo que no se han podido practicar con energía. Entre otras, se contaba con la resolución sobre la cotización obligatoria para todos los afiliados, pero tampoco se ha aplicado, a excepción de algunas organizaciones del Partido. Se puede afirmar, en general, que Partido ha entrado en la senda del comunismo. Creo que debe hacer una declaración sobre los rumores que circulan respecto de un movimiento insurreccional que preparan grupos burgueses, y fijar su punto de vista sobre la situación.

Sobre la "revolución Juliana" del 25, se puede afirmar que se trataba de un movimiento con contenido económico-social. Existía el desprestigio del liberalismo y con la revolución, se sumió en el desprestigio general. El presidente actual, para sostener su política, quiso constituir un Partido Nacionalista; pero fracasó. Los conservadores creo que no vivirán mucho tiempo más. En Ecuador se está frente a nuevos y grandes acontecimientos sociales y si nuestro Partido sabe dirigir los movimientos de masas, podrá llevarlas a la revolución democrático-burguesa a la entrega de la tierra a los campesinos, etc.

Las grandes masas de obreros no han estado aún organizadas en ningún Partido, por lo tanto, hay terreno sano para trabajar. Esta Conferencia debe darnos directivas para el movimiento revolucionario ecuatoriano. Hay que trabajar con empeño y dedicación para atraernos a las grandes masas de obreros y campesinos y guiarlas en las luchas sociales que se avecinan. Nada más, camaradas.

González Alberdi. (Argentina). - Camaradas: La delegación argentina está de acuerdo con el análisis económico, social y político que de la América Latina ha hecho el camarada Luis. Entiendo que entre los distintos países de la América Latina, existen como similitudes fundamentales, el hecho de que todos ellos hayan desenvuelto bajo la dirección del imperialismo, su economía (lo que ha impedido a ésta tener un desarrollo propio) y el predominio del latifundio en el régimen de la propiedad. Pero como median también particularidades que diferencian entre sí a los países latinoamericanos, la delegación argentina interviene por mi intermedio, para señalar algunas características de la Argentina y nuestro punto de vista sobre la tesis del Komintern, con las cuales estamos de acuerdo con excepción de algunas formulaciones.

La economía Argentina.

La economía argentina se ha desenvuelto bajo la dirección del imperialismo británico. Esto ha provocado su adaptación a las necesidades del mercado inglés. La Argentina ha sido y es esencialmente, la proveedora de carnes de Inglaterra, y la productora, en las últimas décadas, de cereales que negocian también empresas imperialistas.

En esta adaptación de la economía argentina a las necesidades y conveniencias del imperialismo inglés, la política ferroviaria ha jugado un papel fundamental. Los ferrocarriles, casi totalmente ingleses, han desenvuelto la producción allí donde convenía al capitalismo británico. Así se explica, por ejemplo, que sean más baratos los fletes para el ganado que para el cereal. Es que la carne se destina a Inglaterra, y es enfriada en frigoríficos, que en buena parte son ingleses. Se explica también por este papel que juega la política ferroviaria, que el imperialismo yanqui realice en estos momentos enormes esfuerzos para conseguir el contralor de las empresas británicas, dueñas de los ferrocarriles argentinos.

Esa adaptación de la economía nacional a las necesidades del mercado británico bajo la presión imperialista, ha provocado un desarrollo desproporcionado del litoral agrícola-ganadero, con respecto al norte del país. Las provincias norteñas sufren una despoblación acelerada. Las industrias artesanas que en ellas existían, han desaparecido. Hoy son las proveedoras de brazos para las labores de la zafra en Tucumán. El petróleo descubierto en algunas de las provincias norteñas, podrá reanimar un tanto su vida económica. Pero la industria petrolera se desenvolverá con una explotación desmedida de los trabajadores de las empresas imperialistas.

La producción agropecuaria, es como hemos dicho, la predominante. Ella alcanza al 65.8% con respecto a la producción total, y si 1e sumamos la caza, la pesca y la explotación forestal, llega al 70%.

El régimen predominante es el de la gran propiedad (68% en la provincia de Buenos Aires, 67% en la de Santa Fé). Sin embargo, la deformación económica provocada por el imperialismo, al que se une el régimen de la gran propiedad que acabamos de referirnos y que obstaculiza el aumento de la población campesina, da lugar al fenómeno del urbanismo, del que luego nos ocuparemos más extensamente. País agrícola-ganadero, la Argentina tiene ciudades enormes, a la cabeza de las cuales está la Capital Federal, con casi la quinta parte de la población total del país. Son ciudades de población principalmente parasitaria, de intermediarios en gran parte que recargan el aparato del intercambio económico y de burócratas que pesan sobre la población productora.

La vida económica argentina está así sometida al imperialismo. La economía nacional no puede desarrollarse independientemente, lo que explica la debilidad de la burguesía nacional, y especialmente el hecho de que la burguesía industrial se haya desarrollado durante la guerra especialmente. La producción unilateral es la característica predominante en la Argentina. No hay diversas zonas de producción. No existe la diversificación que permita una cierta vida propia a la economía nacional. La economía argentina resulta así ultrasensible a las menores variaciones de la situación europea o yanqui.

El petróleo argentino ha sido dejado como reserva por el imperialismo. Así es como la Argentina, rica en yacimientos, produce sólo 8.629.000 barriles de los 17.000.816 que consume. En cuanto al abandono de diversas explotaciones latinoamericanas por las empresas imperialistas que intensifican su producción en el Africa, es un fenómeno que se observa en la Argentina. La Forestal, empresa inglesa, explotadora de los bosques del norte de Santa Fé, ha suspendido sus actividades durante unos meses, porque intensifica la producción en sus establecimientos africanos.

El imperialismo, es dueño no solo de los ferrocarriles. Posee los demás medios de transporte internos y externos, el crédito, los frigoríficos, el comercio del cereal, la mayor parte de la industria y del petroleo, así como el dominio del comercio exterior y parte del interior. La economía argentina, tiene sus llaves fundamentales, pues, en poder del imperialismo.

El servicio de la deuda pública Argentina, que figuraba en 1920 con 113.471.000, alcanza en el presupuesto de 1929 a 216.661.000 pesos. Se trata del servicio de la deuda nacional; aparte existen las deudas provinciales y municipales, que también han sufrido aumentos; se ve así, como el imperialismo que ha contratado empréstitos y que ha provocado la adquisición de armamentos y el parasitismo urbano que infla día a día los gastos públicos, hinchan enormemente las cargas fiscales que pesan sobre la población productora.

La situación europea - disminución de la capacidad adquisitiva de las masas populares, mayores compras de Inglaterra en los dominios para no perder la vinculación con éstos - así como las tarifas proyectadas en los Estados Unidos y las medidas prohibitivas puestas en práctica ya para algunos productos con el disfraz de medidas sanitarias, crean condiciones de crisis intensas para la Argentina. - Las empresas imperialistas y la burguesía argentina, querrán cargar sobre el proletariado y los campesinos las consecuencias de esas crisis. Esto abre evidentemente, grandes perspectivas revolucionarias a nuestro Partido.

Del punto de vista de la penetración imperialista, deben destacarse los rápidos progresos hechos por el capitalismo yanqui. Las inversiones norteamericanas en el país, han aumentado de 1912 a 1928 en un 1.025 %, mientras que las británicas sólo aumentaron en un 15,7 %. Con todo, en este último año, las inversiones inglesas llegan a 4.859 millones y los yanquis a 1.053 millones, lo que demuestra la importancia de las posiciones conquistadas por el imperialismo inglés en la anteguerra. Bien es verdad que no puede deducirse de estas cifras, el predominio de un imperialismo sobre el otro. La situación es de lucha aguda; el imperialismo yanqui lleva una ofensiva intensa con resultados positivos.

Estructura social de La Argentina.

Para analizar con justeza la estructura social de la Argentina, es necesario no olvidar que la economía del país se ha desenvuelto bajo la dirección del imperialismo, el que ha obrado sobre ella como factor de deformación. El imperialismo, que no elimina, sino que mantiene, apoyándose en ellas, a las formas económicas atrasadas como el latifundismo, ha provocado como expresión del parasitismo, el urbanismo, consecuencia de la penetración imperialista, y del régimen de la gran propiedad de la tierra. A su vez, este fenómeno del urbanismo, ha impreso características especiales a la estructura social del país.

La inmigración, que en tan gran cantidad ha llegado a la Argentina, variando fundamentalmente su composición étnica ha quedado concentrada en las ciudades, en enorme proporción. Así es como la población urbana, ha crecido mucho más aceleradamente que la población rural en la República Argentina. La población de acuerdo a los últimos tres censos se distribuía en la siguiente forma:
            1869    1895    1914
Población urbana…     35%     43%     58%
” rural…          65%     57%     42%

Es conveniente recordar que la agricultura es relativamente nueva en la Argentina como industria básica; data de las últimas décadas del siglo pasado. Sin embargo, el paso de la Argentina de país ganadero a país agrícola-ganadero coincide con un aumento de la proporción de la población urbana, aumento que no responde ciertamente a un proceso paralelo de industrialización que por su importancia lo justificase.

La concentración de la población en la ciudad de Buenos Aires es especialmente demostrativa. La población total del país y la población han crecido en la siguiente proporción.

Años   Población total del país           Población de la ciudad de Buenos Aires
1853    1.100.000        100.000
1860    1.400.000        100.000
1869    1.800.000        200.000
1880    2.500.000        300.000
1890    3.400.000        500.000
1895    3.900.000        700.000
1900    4.600.000        800.000
1910    6.600.000        1.800.000
1914    7.900.000        1.600.000
1920    8.700.000        1.700.000
1928 (Enero)   10.600.000      2.100.000

La población se encuentra en el pequeño núcleo de provincias agrícola ganaderas. Excepción de la pequeña provincia de Tucumán, que cuenta con 15.5 habitantes por Km.2 y que es centro de la industria azucarera, nos encontramos con las provincias de Buenos Aires, y Santa Fe que tiene más de 9.5 de habitantes por Km.2 y Córdoba y Entre Ríos con la densidad de 6 a 8 habitantes por Km2. En el resto del país, mucho mayor que la superficie reunida de todas las provincias nombradas, la población es menor, no llegando a 1 habitante por Km2 en las gobernaciones de Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz, es decir, en todo el vasto sud patagónico. La población se ha concentrado en la región agrícola ganadera, que se ha des arrollado bajo la dirección del imperialismo británico, adaptándo su producción a las necesidades del mercado inglés.

Según el censo de 1914, la población dedicada a la agricultura y a la ganadería era el 10,5 o/o de la población total; la dedicada a la industria y a las artes manuales el 16,7 o/o. En total el 27,2 o/o. El resto de la población, en la que evidentemente están incluídas las mujeres que no trabajan y los niños, comprende a una gran masa de funcionarios, de intermediarios, de gente sin profesión definida, que vive merced al aparato deformado que ha nacido en las relaciones económicas debido a la influencia imperialista; de gente que vive de las especulaciones menudas; de burócratas del gran aparato parasitario de la administración nacional, provincial o municipal. Existe así una numerosa población incluíble dentro de la denominación general de pequeña burguesía. El artesanado, que el censo engloba en la población industrial, es también numerosa en la Argentina, si bien su número disminuye notablemente, especialmente en el litoral.

La burguesía argentina.

La burguesía agropecuaria - terrateniente y ganadera - es la clase explotadora más fuerte del país. Sus oligarquías dominaron hasta la implantación del voto secreto, que dió el triunfo al irigoyenismo. Trátase de la "aristocracia" criolla, de la parte menos cruzada con los descendientes de inmigrantes.

Los gobiernos han hecho la política que convenía a esta burguesía agropecuaria: desvalorización de la moneda para facilitar las exportaciones; régimen impositivo basado en los impuestos indirectos, etc.

La burguesía agropecuaria argentina está especialmente ligada al imperialismo británico, bajo cuya dirección se ha desenvuelto la economía nacional. Ante las tarifas que proyecta el gobierno de Estados Unidos, los agropecuario sintetizan su política en la frase: "comprar a quien nos compra", lo que equivale a clamar por una mayor ligazón con el imperialismo inglés.

La burguesía industrial se ha desenvuelto especialmente a partir de la guerra. Sus organizaciones representativas, claman por el "nacionalismo económico", es decir, por un proteccionismo cerrado que, en nombre de la "independencia económica nacional", permitiría a la naciente industria obtener grandes ganancias, pero que no impediría en lo más mínimo al imperialismo, establecer sus industrias en el país, beneficiándose con tal protección. Es una clase débil, que no puede hacer una política firme frente a los agropecuarios.

Cabe destacar especialmente la poca diversificación de la burguesía argentina. Existe intima vinculación entre la burguesía agropecuaria y núcleos de la naciente burguesía industrial. Esto explica muchas aparentes contradicciones de la política argentina.

La pequeña burguesía.

El compañero Luis ha señalado en su discurso que la pequeña burguesía no forma, propiamente hablando, una clase social. Que está formada por capas heterogéneas, utilizables para la revolución unas, contrarrevolucionarias otras.

Precisamente, la delegación argentina me había encomendado que planteara este asunto, pidiendo que se tuviera en cuenta al redactarse definitivamente las tesis elaboradas por el Comintern para la América latina.

En la República Argentina abundan los corredores, profesionales e intermediarios ligados a las grandes empresas extranjeras, los funcionarios públicos, etc., que están ligados al imperialismo y a la burguesía. En cambio, grandes masas campesinas, restos del artesanado, fonderos y otras categorías de comerciantes del campo; núcleos del pequeño comercio y de la pequeña industria semiartesana de la ciudad, así como núcleos de estudiantes e intelectuales, que sufren las consecuencias de la penetración imperialista, son movilizables para la acción revolucionaria contra el imperialismo.

Por las cifras que hemos citado sobre la población, especialmente por la importancia numérica de la población urbana, desproporcionada al proceso de industrialización del país, se comprende la importancia que tiene en la Argentina no descuidar a la pequeña burguesía. Mientras capas importantes de ella hacen bloque con la burguesía, otras se acercan al proletariado, llevando a éste su ideología. El artesanado se confunde frecuentemente con el proletariado en la organización sindical obrera, obrando como factor de desorientación. Los intelectuales y estudiantes, si bien no tienen sobre la clase obrera la influencia que en otros países de la América latina - debido al mayor desarrollo económico de la Argentina y a la inmigración de obreros con experiencia adquirida en las organizaciones europeas - tienen alguna, sin embargo.

Los intelectuales de la Argentina tienen una influencia considerable sobre toda la pequeña burguesía intelectual latinoamericana. Bien es cierto que frecuentemente, tendencias imprecisas que tienen origen en la pequeña burguesía intelectual argentina, se adaptan a las particularidades de los países en que encuentran eco. Tal lo ocurrido en el llamado movimiento de Reforma Universitaria. Surgido en la Argentina debido en lo mediato a la pauperización de la pequeña burguesía, y en lo inmediato a la influencia de la ideología idealista que estuvo en auge durante la guerra, a la influencia de la Revolución Rusa y al aliento llevado a las clases medias por el triunfo irigoyenista; este movimiento de ideología imprecisa; confusa, llena especialmente de jacobinismo, no fué en la Argentina ni antiimperialista, ni antigubernamental. ¿Por qué? Porque había sido precedido por la llegada al poder del irigoyenismo, apoyado, por la pequeña burguesía. El irigoyenismo obró sobre él como factor de corrupción. En cambio, en el Perú, el movimiento por la Reforma Universitaria se ligó de inmediato a la lucha contra la dictadura y el imperialismo, que pesaban intensamente sobre la pequeña burguesía intelectual.

Con respecto a la pequeña burguesía, cabe señalar el proceso de pauperización que sufren importantes núcleos de ella en la Argentina. La crisis significará la liquidación de miles de pequeños productores independientes, así como la necesidad de reajustar el aparato burocrático estatal – reajustamiento que ya se ha iniciado - así como la reducción del propio aparato administrativo de las empresa particulares. El proletariado intelectual, que ya es numeroso, aumentará asimismo, El Partido ha de tener especialmente en cuenta esta situación, y ganar, mediante la acción antiimperialista, especialmente, a las categorías ganables de esta pequeña burguesía urbana, y a la pequeña burguesía rural, cuya situación empeora día a día. Los elementos pequeño-burgueses pueden servir de base a un movimiento nacional-fascista. De ahí la importancia que adquiere la clarificación del conglomerado pequeño-burgués en vías de pauperización; clarificación con la cual habrá que ganar a las capas que pueden ser un factor revolucionario, quedando aislada y más eficazmente combatible, el resto de la pequeña burguesía.

El Irigoyenismo.

La delegación argentina cree necesario atemperar el párrafo de las tesis para la América latina que se refieren al irigoyenismo. En ellas se dice que el triunfo de éste, significa la llegada de la burguesía industrial al gobierno.

Entendemos que para establecer un concepto claro sobre el irigoyenismo, resulta indispensable tener en cuenta una serie de factores, a la mayor parte de los cuales se ha referido Luis cuando hacía el análisis político de la América latina. La poca polarización de las fuerzas burguesas, la falta de clases gobernantes organizadas, lo que conduce a la dictadura personal; la importancia de la pequeña burguesía, la debilidad de la naciente burguesía industrial argentina, son factores que es necesario no descuidar.

El irigoyenismo, apoyándose especialmente en la pequeña burguesía urbana, nació como una reacción contra el régimen de las oligarquías terrateniente-ganaderas gobernantes. Su nacimiento se produce tras el paso de la Argentina, de su condición de país ganadero, a la de agrícolo-ganadera. Alrededor del radicalismo se han reunido fuerzas sociales de lo más heterogéneo, especialmente en los últimos tiempos. Sin embargo, puede, en líneas generales, decirse que el irigoyenismo representa la reacción de las nuevas fuerzas, de la burguesía y pequeña burguesía urbana, contra el predominio agropecuario. Mas hoy, y esto se explica por los factores que antes hemos enumerado y especialmente por la fuerza que conserva la burguesía agropecuaria, se produce alrededor del gobierno irigoyenista, una concentración de todas las fuerzas burguesas del país, al mismo tiempo que entra en el período de su desagregación, por no serle posible continuar en el tren de demagogia llevado a cabo con fines electorales. El proletariado, los campesinos pobres, núcleos importantes de la pequeña burguesía urbana, se alejan del irigoyenismo, o son la base de las escisiones que fermentan en el mismo.

El Proletariado.

Sobre el proletariado de la Argentina, pesan grandes tradiciones pequeñoburguesas. Si bien la inmigración facilitó la formación de un movimiento obrero independiente de la dirección intelectual pequeño-burguesa, no es menos cierto que la importancia social del artesanado, así como los periodos de relativa prosperidad económica, han favorecido la orientación pequeño-burguesa del movimiento proletario. La aristocracia obrera, especialmente los ferroviarios privilegiados, han tenido también gran influencia sobre el movimiento obrero.

Durante muchos años, los chauffeurs de autos de alquiler, trabajadores semiindependientes en unos casos, dueños de un automóvil y como tales explotadores del trabajo ajeno en otro, han constituído un núcleo de importancia decisiva en la dirección de la organización sindical, a la que le imprimieron la ideología pequeño-burguesa del anarco-sindicalismo o del "comunismo anárquico".

Mientras tanto, sobre la base de la aristocracia obrera de ferroviarios se ha desenvuelto la organización gremial reformista.

El desarrollo económico del país, las crisis que empiezan a sentirse, obran como factor de liquidación del artesanado. En las ciudades, numerosos obreros de fábricas, dueños de la casita que habitan, con algunos pesos ahorrados, que se mantenía alejados de la organización, cuya mentalidad no era proletaria, comienzan a palpar también la inestabilidad de su situación. Se produce un movimiento del proletariado hacia la organización, pero no sobre las viejas bases del anarco-sindicalismo. Los reformistas, con el a poyo del Estado y de la burguesía, tratan de canalizarlo hacia la renuncia a la lucha de clases. Este es el sentido de la "unidad sindical" elaborada por los jefes de la COA y de la USA. Así también produce el abandono de las poses ultrarrevolucionarias de los jefes de la FORA, de los grupos disidentes (autochismo), etc. Mientras tanto, se nota un movimiento a organizarse sobre bases revolucionarias en las masas más explotadas, abandonadas por los jefes sindicales.

Los partidos socialistas, ligados a los socialdemócratas de los países imperialistas de Europa, se basan en la aristocracia obrera, en la pequeña burguesía y en algunos núcleos de burgueses "progresistas", que comprenden cuál es la función castradora del reformismo.

El Partido Comunista.

Nuestro Partido no se ha visto libre de la influencia pequeño-burguesa, que viene pesando sobre el movimiento obrero argentino. Sus crisis, a las que algunos compañeros han hecho referencia, pueden explicarse precisamente así.

La crisis del 22, fué la tendencia capitulacionista de elementos pequeño-burgueses, intelectuales de menor cuantía en su mayor parte, que querían la vuelta al Partido Socialista, no viendo las perspectivas del movimiento comunista en el país, en unos casos, por ambiciones personales en otros. Su pregonada táctica de frente único, consistía en el frente único con los jefes reformistas, como paso preliminar para la ligazón orgánica con ellos.

Sobre el chispismo, pesa la doble influencia del artesanado anarco-sindicalista y del intelectualismo pequeño-burgués. Izquierdismo en las frases, derechismo en las acciones. Los chispistas no quieren la lucha por las reivindicaciones inmediatas, porque para ellos, la revolución social argentina, no será la consecuencia de la acción revolucionaria en el país a través de la lucha contra el imperialismo y las clases dominantes nacionales, sino un proceso que se producirá a consecuencia de la revolución europea, mecánicamente. Para ellos, por tanto, no hay posibilidades revolucionarias propias en la Argentina y todo ha de reducirse, en consecuencia, a una propaganda de secta, tendiente especialmente a hacer conocer lo que ocurre en Europa. Es, como decíamos la pasividad pequeño-burguesa escondida con un lenguaje pseudoizquierdista. Nada puede hacerse en el país, porque cualquier cosa que se haga es reformismo. Evidentemente, que se explica bien estas tendencias en la ciudad de Buenos Aires, desde donde no se contempla sin gran esfuerzo, la situación del campo ni las propias condiciones de semiesclavitud de los peones de las empresas imperialistas del Norte.

El penelonismo, se presenta más claramente como tendencia pequeñoburguesa. No quiere la lucha contra la burguesía nacional, impidiendo el abastamiento de los ejércitos que marchen contra Rusia; es capitulacionista en materia sindical; sobrevaloriza la función parlamentaria del concejal, alrededor de la cual quiere volcar al Partido, para luchar por los intereses edilicios de la pequeña burguesía y de los obreros privilegiados, dueños de una casita, que habitan en determinados barrios suburbanos.

El Partido ha reaccionado contra estas desviaciones, venciéndolas. Evidentemente que ha fortalecido así su ideología. Mas no está exento de deficiencias importantes. Así su nivel político es relativamente bajo, a pesar de los progresos realizados; es pobre en cuadros dirigentes; el trabajo colectivo tampoco se realiza en la medida deseable si bien también se notan buenos progresos en ese terreno. Tenemos muy por la influencia en la masa campesina y escasa en algunos importantes centros industriales; nuestros afiliados trabajan generalmente, no en grandes establecimientos, sino en pequeños talleres. Estas son las fallas de más bulto que estamos procurando corregir.

La revolución democrático burguesa.

De las características económicas, sociales y políticas que hemos enumerado, se desprende que el movimiento revolucionario argentino, ha de tener como finalidades principales, la lucha por la independencia de la economía nacional del imperialismo ligada a la revolución agraria, es decir, que también para la Argentina está a la orden del día, el problema de la revolución democrático-burguesa, en la que el proletariado debe tomar, mediante nuestro Partido, la función dirigente. Esta revolución, no constituye evidentemente para nosotros, un fin por sí misma, sino el puente hacia el socialismo.

Nuestro problema es el de la revolución democrática. La gran ciudad de Buenos Aires, tan grande y tan poblada como las capitales europeas, podrá haber impresionado a algunos delegados. Mas no se crea que ella está indicando la existencia de un país de desarrollo capitalista avanzado. La gran Buenos Aires, es sólo la expresión del parasitismo, provocado por el imperialismo y sus aliados los terratenientes, sobre toda la vida económica nacional. (Aplausos).

Zamora (Perú). ‑ Compañeros: Quiero declarar ante todo, que por el calor que ponga en mi intervención al defender el punto de vista que sostengo con toda sinceridad, no vayan a creer los compañeros que no admita la crítica de los camaradas, o que ella me sea molesta. Nada de eso debe atribuirse a mis palabras. Hemos venido, los compañeros del Perú, a solucionar un asunto que a todos nos interesa como revolucionarios, y apreciamos en su justo valor, las intervenciones de los compañeros, encaminadas a evitar que incurramos en algún error que más tarde se pueda reflejar en nuestro Partido. Quiero, pues, que se produzca la crítica severa sobre nuestras proposiciones, la que será bien recibida y contestada con la máxima sinceridad.

En la cuestión antiimperialista, la delegación peruana tiene cierta experiencia, puesto que su plataforma, o mejor dicho, su programa antiimperialista, es la consecuencia de discusiones profundas llevadas a cabo en nuestro Grupo, cuyo origen se debe buscar en la constitución del APRA.

Permítanme los compañeros que dé lectura al programa que nosotros hemos presentado sobre la lucha antiimperialista, que creo, precisará nuestro punto de vista al respecto:

Punto de vista antiimperialista[1]

1) ¿Hasta qué punto puede asimilarse la situación de las repúblicas latinoamericanas a la de los países semicoloniales? La condición económica de estas repúblicas, es sin duda, semicolonial, y, a medida que crezca su capitalismo, con la penetración imperialista, tiene que acentuarse este carácter de su economía. Pero las burguesías nacionales, que ven en la cooperación con el imperialismo la mejor fuente de provechos, se sienten lo bastante dueñas del poder político para no preocuparse seriamente de la soberanía nacional. Estas burguesías, en Sudamérica, que no conocen todavía, salvo Panamá, la ocupación militar yanqui, no tienen ninguna predisposición a admitir la necesidad de luchar por la segunda independencia, como suponía ingenuamente la propaganda aprista. El Estado, o mejor, la clase dominante, no echa de menos un grado más amplio y cierto de autonomía nacional. La revolución de la independencia está, relativamente, demasiado próxima; sus mitos y símbolos, demasiado vivos, en la conciencia de la burguesía y la pequeña burguesía. La ilusión de la soberanía nacional se conserva en sus principales efectos. Pretender que en esta capa social prenda un sentimiento de nacionalismo revolucionario, parecido al que en condiciones distintas representa un factor de la lucha antiimperialista en los países semicoloniales avasallados por el imperialismo en los últimos decenios en Asia, sería un grave error.

Ya en nuestra discusión con los dirigentes del "aprismo", reprobando su tendencia de proponer a la América latina un Kuo‑min‑tang, como modo de evitar la imitación europeísta, y acomodar la acción revolucionaria a una apreciación exacta de nuestra propia realidad, sosteníamos hace más de un año la siguiente tesis:

"La colaboración de la burguesía, y aun de muchos elementos feudales, en la lucha antiimperialista china, se explica por razones de raza, de civilización nacional que entre nosotros no existen. Al desprecio del blanco por su cultura estratificada y decrépita, corresponde con el desprecio y el orgullo de su tradición milenaria. El antiimperialismo de la China puede, por tanto, descansar en el sentimiento y en el factor nacionalista. En Indoamérica las circunstancias no son las mismas. La aristocracia y la burguesía criollas, no se sienten solidarizadas con el pueblo por el lazo de una historia y de una cultura comunes. En el Perú, el aristócrata y el burgués blancos, desprecian lo popular, lo nacional. Se sienten, ante todo, blancos. El pequeño burgués mestizo, imita este ejemplo. La burguesía limeña fraterniza con los capitalistas yanquis, y aun con sus simples empleados, en el "Country Club", en el tennis y en las calles. El yanqui desposa, sin inconveniente de raza ni de religión, a la señorita criolla, y esta no siente escrúpulo, de nacionalidad ni de cultura, en preferir el matrimonio con un individuo de la raza invasora. Tampoco tiene este escrúpulo la muchacha de la clase media. La "huachafita"[2] que puede atrapar un yanqui empleado de "Grace" o de la "Fundation" lo hace con la satisfacción de quien siente elevarse su condición social. El factor nacionalista, por estas razones objetivas que a ninguno de ustedes escapan, seguramente, no es decisivo ni fundamental en la lucha antiimperialista en nuestro medio. Sólo en los países como la Argentina, donde existe una burguesía numerosa y rica, orgullosa del grado de riqueza y poder de su patria, y donde la personalidad nacional tiene contornos claros y netos que en estos países retardados, el antiimperialismo puede (tal vez) penetrar fácilmente en los elementos burgueses, pero por razones de expansión y crecimiento capitalistas y no por razones de justicia social y doctrina socialista como en nuestro caso."

La traición de la burguesía china, la quiebra del Kuo‑min‑tang, no eran todavía conocidas en toda su amplitud. Un conocimiento más cabal de la experiencia china venia más tarde a descubrirnos cuán poco se podía confiar, aun en países como la China, en el sentimiento nacionalista revolucionario de la burguesía. Mientras la política imperialista logre "menager" los sentimientos y formalidad de la soberanía nacional de estos Estados, mientras no se vea obligada a recurrir a la intervención armada y a la ocupación militar, contarán absolutamente con la colaboración de las burguesías. Aunque enfeudados a la economía imperialista, estos países, o más bien sus burguesías, se considerarán tan dueños de sus destinos como Rumania, Bulgaria, Polonia y demás países "dependientes" de Europa.

Este factor de la psicología política no debe ser descuidado en la estimación precisa de las posibilidades de la acción antiimperialista en la América Latina. Su relegamiento, su olvido, ha sido una de las características de la teorización aprista.

2) La divergencia fundamental entre los elementos que en el Perú aceptaron en principio el APRA ‑ como un plan de frente único, nunca como partido y ni siquiera como organización en marcha efectiva ‑ y los que fuera del Perú la definieron como un Kuo‑min‑tang latinoamericano, consiste en que los primeros permanecen fieles a la concepción económico-social revolucionaria del imperialismo[3], mientras que los segundos explican así su posición; "Somos de izquierda (o socialistas) porque somos antiimperialistas". El anti-imperialismo resulta así elevado a la categoría de un programa, de una actitud política, de un movimiento que se basta a sí mismo y que conduce, espontáneamente, no sabemos en virtud de qué proceso, al socialismo, a la revolución social. Este concepto lleva a una desorbitada superestimación del movimiento antiimperialista, a la exageración del mito de la lucha por la "segunda independencia", al romanticismo de que estamos viviendo ya las jornadas de una nueva emancipación. De aquí la tendencia a reemplazar las ligas antiimperialistas por un organismo político. Del APRA concebida inicialmente como frente único, se pasa al APRA definida como un Kuo‑min‑tang latinoamericano.

El antiimperialismo, para nosotros, no constituye ni puede constituir por sí solo, un programa político, un movimiento de masas apto para la conquista del poder. El antiimperialismo, admitido que pudiese movilizar al lado de las masas obreras y campesinas, a la burguesía y pequeña burguesía liberales nacionalistas (ya hemos negado terminantemente esta posibilidad) no anula el antagonismo entre las clases, no suprime su diferencia de intereses.

Ni la burguesía, ni la pequeña burguesía en el poder, pueden hacer una política antiimperialista. Tenemos la experiencia de México, donde la pequeña burguesía ha acabado por pactar con el imperialismo yanqui. Un gobierno "nacionalista" puede usar, en sus relaciones con los Estados Unidos, un lenguaje distinto que el gobierno de Leguía en el Perú. Este gobierno es, francamente, desenfadadamente panamericanista, monroísta; pero cualquier otro gobierno burgués haría prácticamente lo mismo que él, en materia de empréstitos y concesiones. Las inversiones del capital extranjero en el Perú crecen en estrecha y directa relación con el desarrollo económico del país, con la explotación de sus riquezas naturales, con la población de su territorio, con el aumento de las vías de comunicación. ¿Qué cosa puede oponer a la penetración capitalista la más demagógica pequeña burguesía? Nada, sino palabras. Nada, sino una temporal borrachera nacionalista. El asalto del poder por el antiimperialismo, como movimiento demagógico populista si fuese posible, no representaría nunca la conquista del poder por las masas proletarias, por el socialismo. La revolución socialista encontrara su más encarnizado y peligroso enemigo ‑ peligroso por su confusionismo, por la demagogia ‑, en la pequeña burguesía afirmada en el poder, ganado mediante sus voces de orden.

Sin prescindir del empleo de ningún elemento de agitación antiimperialista, ni de ningún medio de movilización de los sectores sociales que eventualmente pueden concurrir a esta lucha, nuestra misión es explicar y demostrar a las masas que sólo la revolución socialista opondrá al avance del imperialismo una valla definitiva y verdadera.

3) Estos hechos diferencian la situación de los países sudamericanos de la situación de los países centroamericanos, donde el imperialismo yanqui, recurriendo a la intervención armada sin ningún reparo, provoca una reacción patriótica que puede fácilmente ganar al antiimperialismo a una parte de la burguesía y la pequeña burguesía. La propaganda "aprista", conducida personalmente por Haya de la Torre no parece haber obtenido en ninguna otra parte de América mayores resultados. Sus prédicas confusionistas y mesiánicas, que aunque pretenden situarse en el plano de la lucha económica, apelan en realidad a los factores raciales y sentimentales, reúnen las condiciones necesarias para impresionar a la pequeña burguesía intelectual. La formación de partidos de clase y poderosas organizaciones sindicales, con clara conciencia clasista no se presenta destinada en esos países al mismo desenvolvimiento inmediato que en Sudamérica. En nuestros países el factor clasista es más decisivo, está más desarrollado. No hay razón para recurrir a vagas fórmulas populistas tras de las cuales no pueden dejar de prosperar tendencias reaccionarias. Actualmente el "aprismo", cómo propaganda, está circunscripto a Centroamérica; en Sudamérica, a consecuencia de la desviación populista, caudillista, pequeño-burguesa, que lo definía como el Kuo‑min‑tang latinoamericano, está en una etapa de liquidación total. Lo que resuelva al respecto el próximo Congreso Antiimperialista de Paris, cuyo voto tiene que definir la unificación de los organismos antiimperialistas y establecer la distinción entre las plataformas y agitaciones antiimperialistas y las tareas de la competencia de los partidos de clase y las organizaciones sindicales, pondrá término absolutamente a la cuestión.

4) ¿Los intereses del capitalismo imperialista coinciden necesaria y fatalmente en nuestros países con los intereses feudales y semifeudales de la clase terrateniente? ¿La lucha contra la feudalidad se identifica forzosa y completamente con la lucha anti-imperialista? El capitalismo imperialista utiliza ciertamente el poder de la clase feudal, sin exceptuar a la más demagógica si atenúa en la práctica sus impulsos marcadamente nacionalistas, puede llegar a la misma estrecha alianza con el capitalismo imperialista[4]. El capital financiero se sentirá más seguro si el poder está en manos de una clase social más numerosa, que, satisfaciendo ciertas reivindicaciones premiosas y estorbando la orientación clasista de las masas, está en mejores condiciones que la vieja y odiada clase feudal de defender los intereses del capitalismo, de ser su custodio y su ujier. La creación de la pequeña propiedad, la expropiación de los latifundios, la liquidación de los privilegios feudales, no son contrarios a los intereses del imperialismo, de un modo inmediato. Por el contrario, en la medida en que los rezagos de feudalidad entraban el desenvolvimiento de una economía capitalista, ese movimiento de liquidación de la feudalidad, coincide con las exigencias del crecimiento capitalista, promovida por las inversiones y los técnicos del imperialismo. Que desaparezcan los grandes latifundios, que en su lugar se constituya una economía agraria basada en lo que la demagogia burguesa llama la "democratización" de la propiedad del suelo, que las viejas aristocracias se vean desplazadas por una burguesía y una pequeña burguesía más poderosas e influyentes ‑ y por lo mismo más aptas para garantizar la paz social ‑, nada de esto es contrario a los intereses del imperialismo. En el Perú, el régimen leguiísta, aunque tímido en la práctica ante los intereses de los latifundistas y gamonales[5], que en gran parte le prestan su apoyo, no tiene ningún inconveniente en recurrir a la demagogia en declamar contra la feudalidad y sus privilegios, en tronar contra las antiguas oligarquías, en prometer una distribución del suelo que hará de cada peón agrícola, un pequeño propietario. De esta demagogia saca el leguiísmo, precisamente, sus mayores fuerzas. El leguiísmo no se atreve a tocar la gran propiedad. Pero el movimiento natural del desarrollo capitalista ‑ obras de irrigación, explotación de nuevas minas, etc. ‑ va contra los intereses y privilegios de la feudalidad. Los latifundistas, a medida que crecen las áreas cultivables, que surgen nuevos focos de trabajo, pierden su principal fuerza: la disposición absoluta e incondicional de la mano de obra. En Lambayeque, donde se efectúan actualmente obras de irrigación, la actividad capitalista de la comisión técnica que las dirige, y que preside un experto norteamericano, el ingeniero Sutton, ha entrado prontamente en conflicto con las conveniencias de los grandes terratenientes feudales. Estos grandes terratenientes son, principalmente, azucareros. La amenaza de que se les arrebate el monopolio de la tierra y el agua, y con él el medio de disponer a su antojo de la población trabajadora, saca de quicio a esta gente y la empuja a una actitud que el gobierno, aunque muy vinculados a muchos de sus elementos, califica de subversiva o antigubernista. Sutton tiene las características del hombre de empresa capitalista norteamericano. Su mentalidad, su trabajo, chocan al espíritu feudal de los latifundistas. Sutton ha establecido, por ejemplo, un sistema de distribución de las aguas, que reposa en el principio de que el dominio de ellas pertenece al Estado; los latifundistas consideraban el derecho sobre las aguas anexo a su derecho sobre la tierra. Según su tesis, las aguas eran suyas; "eran y son propiedad absoluta de sus fundos".

5) Y la pequeña burguesía, cuyo rol en la lucha contra el imperialismo se superestima tanto, ¿es, como se dice, por razones de explotación económica, necesariamente opuesta a la penetración imperialista? La pequeña burguesía es, sin duda, la clase social más sensible al prestigio de los mitos nacionalistas. Pero el hecho económico que domina la cuestión es el siguiente: en países de pauperismo español, donde la pequeña burguesía, por sus arraigados prejuicios de "decencia", se resiste a la proletarización; donde esta misma, por la miseria de los salarios, no tiene fuerza económica para transformarla en parte en clase obrera; donde imperan la empleomanía, el recurso al pequeño puesto del Estado, la caza del sueldo y del puesto "decente"; el establecimiento de grandes empresas que, aunque explotan enormemente a sus empleados nacionales, representan siempre para esta clase un trabajo mejor remunerado, es recibido y considerado favorablemente por la gente de la clase media. La empresa yanqui representa mejor sueldo, posibilidad de ascensión, emancipación de la empleomanía del Estado, donde no hay porvenir sino para los especuladores. Este hecho actúa como una fuerza decisiva sobre la conciencia del pequeño burgués, en busca o en goce de un puesto. En estos países de pauperismo español, repetimos, la situación de las clases medias no es la constatada en los países donde estas clases han pasado de un período de libre concurrencia, de crecimiento capitalista propicio a la iniciativa y al éxito individuales, a la opresión de los grandes monopolios.

En conclusión, somos antiimperialistas, porque somos marxistas, porque somos revolucionarios, porque oponemos al capitalismo el socialismo como sistema antagónico llamado a sucederlo, porque en la lucha contra los imperialismos extranjeros, cumplimos nuestros deberes de solidaridad con las masas revolucionarias de Europa.

Lima, mayo de 1929"

Compañeros: Así escribe el compañero José Carlos Mariátegui cuando formula su tesis sobre antiimperialismo, analizando antes el estado económico y social del Perú. Nuestra delegación ha creído conveniente leer este documento a los compañeros de esta Conferencia, para que todos valoraran nuestra posición con respecto al APRA. Y he de referirme a algunas particularidades del movimiento político del Perú.

Desde la independencia del Perú, las guerras civiles han sido la norma de conducta de los gobiernos burgueses. Se sucedieron así muchos generales en la presidencia de la republica que fueron caudillos y se apropiaron del poder, luego de sostener luchas contra sus enemigos de la misma condición política. Pero esta situación de luchas intestinas que se sucedían cada vez que se planteaba el problema de la elección presidencial, se paralizó en 1895, cuando llegó al poder un gobierno civil, compuesto por latifundistas: es el periodo de Nicolás de Piérola. Durante toda esta época el pueblo se manifestaba arrastrado tras el personalismo. Para darnos una idea de cómo estaba educado políticamente el pueblo, me referiré a la guerra entre Perú y Chile, en la cual el pueblos era llevado a los campos de batalla, no para combatir al enemigo del otro lado de la frontera, sino para servir de carne de canon a cada uno de los caudillos que se disputaban el comando de los destinos del país. En esa época, el pueblo se dejaba matar por un simple caudillo.

Esta misma ideología del pueblo se conserva hasta 1919 en que Leguía sube al poder. Este representaba en ese momento, el descontento de la pequeña burguesía contra la burguesía nacional y los imperialistas. Antes de esa fecha, hay otro hecho sugestivo: en 1913, cuando Guillermo Billinghurst, estando el gobierno "civilista" en el poder, no quería, más que sucesión partidista, se desencadena la lucha civil y triunfa Billinghurst que representa la burguesía industrial naciente. Este subió al poder, pero duró poco por la presión de los latifundistas, o sea, las fuerzas feudales coaligadas. Estas son las bases que permitirán apreciar toda la evolución política del pueblo peruano. En lo que respecta al campo proletario, es necesario tener presente al analizar la situación política, que desde 1908 han existido grupos de anarquistas que propagaron apoliticismo, y así vemos que en la elección de 1913, muchos se abstuvieron, lo que quiere decir que esa propaganda prendió en la mente del proletariado.

Estos elementos anarquistas llegaron de la Argentina, y el problema de la abstención política es un asunto que no ha sido liquidado todavía y que es necesario gran trabajo para desterrarlo.

Las luchas en el terreno sindical han sido interpretadas como de exclusivo carácter económico y no se ha dado la característica de lucha política. La Universidad Popular que llegó al proletariado por medio de la difusión cultural, no se apartó nunca de esa línea de conducta y antes que dirigir al proletariado, se dejó llevar por este. En las luchas de la clase trabajadora, cooperó por todos los medios, apoyando todos los petitorios obreros. No realizó nunca propaganda política.

Quiero referirme a la educación política de los otros países latinoamericanos, para compararla con la que posee nuestro país. Seré breve, ante todo. En Argentina, Uruguay, Brasil tenemos ya una educación política más elevada que en el resto de los países latinoamericanos, y eso es debido, como cualquiera de los compañeros lo comprende, a la mayor propaganda realizada desde hace mucho tiempo, tanto por los socialistas, anarquistas y sindicalistas como por nuestro Partido. Todos los sectores de la clase obrera han encontrado ambiente en estos países, mientras que en el nuestro, es difícil o por lo menos, sumamente trabajoso, llegar a interesar a un obrero, en la mayoría de los casos analfabeto, en el sentido de que debe luchar contra el capitalismo; infiltrarle, en una palabra, la conciencia de clase. En el Perú, por cuestiones geográficas, esas corrientes de ideas no llegaron o fueron tan débiles que casi pasaron desapercibidas, a no ser el ya citado anarquismo, y de Europa fue pequeño, por no decir nulo, el aporte de esas ideas emancipadoras. En lo referente a México, esa educación política tan elevada del proletariado y de las masas campesinas, tiene su origen en que las luchas civiles han servido para esa misma educación, a pesar de que se ha realizado no con la tribuna, el folleto o el periódico, sino en el campo de batalla. Es diferente a los países que he citado en primer término, pero es más elevado el grado de cultura política. Por eso, la Revolución proletaria mexicana es cuestión de poco tiempo y la lucha armada que se sostiene actualmente, es el primer paso en eso sentido. En relación con la Argentina, creemos que México lo aventaja en este aspecto. Esos países están, políticamente, más elevados que los restantes; debemos tener también en consideración, los factores económicos. Cuba está, quizás, más desarrollada que Colombia, pues si bien tiene un solo producto, este está industrializado en tal forma, que ha llegado a crear un proletariado numeroso. En el sector del Perú, esta economía está poco desarrollada y si la fábrica es la formadora de la conciencia de clase del proletariado, es lógico que este tenga una consciencia política poco desarrollada. De aquí deducimos que las directivas que para nuestros países imparta el Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista, tienen que ser diferentes, porque diferentes son las condiciones de cada región.

Vamos a concretarnos al Perú. Sus principales industrias son la de minera, la textil y la azucarera, bastante desarrollada esta última; pero estas industrias que poseemos no están en relación con el número de habitantes del país. Entonces surge la existencia del artesanado que es todavía muy numeroso, especialmente en los pueblos. En este artesanado predominan los zapateros, los carpinteros y los sastres. Como consecuencia, tenemos en el Perú: una masa grande de artesanos, campesinos, obreros agrícolas, y un proletariado poco numeroso.

Tomando en consideración nuestra situación económica y nuestro nivel político, hemos creído conveniente constituir un partido socialista que abarque la gran masa del artesanado, campesinado pobre, obreros agrícolas, proletariado y algunos intelectuales honestos. Para constituir este partido, hemos considerado: primero, que es necesario que este se desarrolle sobre la base del proletariado. Cuando discutíamos este punto, llegábamos a la conclusión, de que, si somos capaces de mantener el contralor, haremos del partido socialista, un partido revolucionario de clase; si somos incapaces de ejercer este contralor, habremos hecho que el proletariado haya dado un paso en su evolución y educación política. Los medios para mantener este contralor son laborar por la organización sindical; acercarnos a las masas.

El compañero Luis nos dice que en Perú se ha formado un partido socialista. "Ideológicamente manifestaremos nuestro programa en un terreno reformista. Ese socialismo ‑ nos dice ‑ no será bolchevista". Tenemos una nota enviada con mucha anterioridad al Secretariado Sudamericano que marca nuestra posición en el asunto. Permítanme los camaradas que de lectura a sus principales párrafos para que aquel punto de vista quede fijado completamente:

"La ideología que aceptamos es la del marxismo y la del leninismo militante y revolucionario, doctrina que aceptamos en todos sus aspectos: filosófico, político y económico-social. Los métodos que sostenemos y propugnamos son los del socialismo revolucionario ortodoxo. No solamente rechazamos, sino que combatimos y combatiremos en todas sus formas, los métodos y las tendencias de la social-democracia y de la 2a Internacional." Y en lo que respecta al programa, voy a dar lectura a sus puntos principales:

"1. ‑ Expropiación, sin indemnización, de los latifundios; entrega de una parte a los "ayllus" y comunidades, prestando todo el contingente de la técnica agrícola moderna. Repartición del resto entre los colonos, arrendatarios y yanaconas.

"2. ‑ Confiscación de las empresas extranjeras: minas, industrias, bancos y de las empresas más importantes de la burguesía nacional.

"3. ‑ Desconocimiento de la deuda del Estado y liquidación de todo control por parte del imperialismo.

"4. ‑ Jornada de 8 horas en la ciudad y en las dependencias agrícolas del Estado, y abolición de toda forma de servidumbre y semiesclavitud.

"5. ‑ Armamento inmediato de los obreros y de los campesinos y transformación del ejército y la policía en milicia obrera y campesina.

"6. ‑ Instauración de los municipios de obreros, campesinos y soldados, en lugar de la dominación de la clase de los grandes propietarios de la tierra y de la Iglesia."

Hemos aceptado este programa porque con el no dejaremos fuerzas vivas de capitalismo que contrarresten nuestra revolución si se llega a hacer.

Quiero referirme a la situación de la clase obrero, o mejor dicho, del movimiento obrero. El movimiento obrero del Perú, a consecuencia del golpe de 1927, quedó sin líderes, sufrió el más rudo golpe, compañeros. Los progresos alcanzados para que los delegados enviados al Congreso fueran delegados efectivamente de la clase obrero, requirió una labor ardua, pero se realizó. ¿En qué manos se encuentra este movimiento obrero? Es necesario encauzarlo y encauzarlo bien. Durante este último tiempo, este trabajo no lo hemos podido efectuar, como lo señala la experiencia internacional. Eso se debe, en primer término, a la carencia de dirigentes; nos limitamos más que todo a levantar las organizaciones caídas por aquel golpe citado. Solo a eso nos hemos podido limitar; nos falta ligazón con las masas, pero tenemos posibilidades de conseguirla. La carencia absoluta de dirigentes a que me he referido no quiere decir que nada hemos hecho prácticamente para encauzar el movimiento obrero peruano en el terreno que nos marca la enseñanza internacional; la prueba la tenemos en que el último movimiento de los ferroviarios, aplicó nuestra táctica, la de la lucha de clases.

Tratemos otro asunto: en la actualidad, no existe un partido político opositor al gobierno de Leguía. Todos los existentes, apoyan la política gubernamental. Leguía tiene formado un partido propio: el partido democrático reformista. También existe un partido democrático liberal, aunque esta también al servicio de Leguía. El compañero Codovilla nos decía que no existiendo otro partido político de oposición en el Perú, el partido socialista seria el centro de reunión de todos los elementos adverso al gobierno, quienes tratarían de utilizarlo para sus fines personales. Pero, aquí surge una pregunta: ¿acaso por querer tener un partido vamos a admitir en ella a cualquier elemento? ¡Evidentemente, no! El mismo camarada nos decía que el socialismo es bien conocido por su política de traición a los intereses proletarios y que tiene un puesto aparte en la historia porque siempre ha traicionado los intereses de los obreros. Dijo, también, que hay una experiencia de traición de un partido socialista en el Perú, pero por la misma ideología que nos anima, no es lógico ni justo, que se nos diga que vamos a ser iguales a los otros. ¿Por qué ha surgido este partido socialista? Cuando llegó al Perú la resolución del Comintern sobre el APRA, nos decía claramente que el proletariado debía constituir un partido y si mal no recuerdo, un partido socialista. Se decía que el proletariado debía trabajar para que los equivocados dentro del APRA, fueran atraídos hacia la Liga Antiimperialista, y así lo hemos hecho. ¿El Partido socialista lo hemos constituido como táctica, como medida de ligazón con las masas. No venimos a decir que el partido socialista es la expresión profunda de los que luchamos por los intereses del proletariado.

¿Cuál es la situación objetiva de nuestro país? Ustedes saben perfectamente bien que Leguía está completamente vendido al imperialismo; que no tiene fuentes propias de recursos para sostenerse en el poder durante mucho tiempo. Hemos podido comprobar que un simple discurso sobre teosofía fue motivo para que gran parte del público fuera detrás de Jinarajadasa. Y esto debido a que el obispo de Lima había lanzado una pastoral amenazando con la excomunión a todos los que concurrieran a las conferencias teosóficas. En estas manifestaciones se oyeron también gritos contra el tirano Leguía.

Se nos ha calificado de reformistas sin conocer la cuestión con toda la profundidad que el caso merece, a objeto de darnos una línea política ajustada a la realidad. ¿No estamos presenciando la dislocación de todo el aparato de Leguía? Hay una serie de elementos adictos al gobierno que están estrechamente vigilados por los esbirros del tirano. Este estado de cosas nos dice que la situación política del país no es estable. Queremos constituir, entonces, el partido socialista, porque vemos que los acontecimientos se precipitan. Queremos constituir el partido socialista para polarizar una serie de elementos que pueden actuar entre las masas. Si con nuestro Grupo podemos controlar el partido y dirigir sus acciones, ¿no es acaso un medio bueno de ligazón con las masas? Yo creo que sí, compañeros. Se ha dicho que en lugar del partido socialista se podría constituir el Bloque de Obreros y Campesinos. Un Bloque Obrero y Campesino requiere organismo formados por obreros y campesinos, un nivel político elevado de los obreros y campesinos; que sepan que el Bloque tiene también una función electoral. Ya he dicho que las masas obreras y campesinas de Perú, no tienen conciencia de clases. El Bloque no solo requiere esas condiciones sino que, a mi juicio, entraña otro peligro mayor: la división del movimiento sindical. ¿No van a surgir candidatos agrarios? ¿Acaso no pueden abrigar estos, pretensiones caudillistas? Ya conocemos compañeros, la historia de los caudillos peruanos.

El partido socialista se basa en nuestro Grupo el cual es enteramente afín con la ideología de la Internacional Comunista. Somos y nos declaremos ante todo comunistas, y queremos imprimir al movimiento obrero del Perú, el sello de la Internacional Comunista. Dejo constancia, compañeros, que el partido socialista es solamente una táctica; eso no quita que nosotros no hagamos el intento de aprovechar la situación de semilegalidad en el momento electoral. Estos han sido nuestros puntos de vista para constituir el partido socialista. Sabemos que con su constitución, corremos riesgos, pero ello es un proceso largo, que tiene su historia, que ya ha venido elaborándose. Son causas que deben tomarse en consideración para elaborar la línea política sobre esta táctica nuestra de constitución del partido socialista. Quizás, camaradas, no haya podido sostener nuestra tesis con toda la capacidad necesaria, pero ante todo, lo he hecho con la mayor sinceridad. He terminado.

(Se pasa a cuarto intermedio.)


[1] Obras tomo 13

[2] "huachafita": "Mujer del pueblo que presume de dama"

[3] anti-imperialismo

[4] Ciertamente, el capitalismo imperialista utiliza el poder de la clase feudal, en tanto que la considera la clase políticamente dominante. Pero, sus intereses económicos no son los mismos. La pequeña burguesía, sin exceptuar a la más demagógica, si atenúa en la práctica sus impulsos más marcadamente nacionalistas, puede llegar a la misma estrecha alianza con el capitalismo imperialista.

[5] gamonales


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