Marc Becker's Home Page

Teaching
Research


Ecuador
E-Archivo
Interests
Vita
Find on yachana.org:

El movimiento revolucionario latino americano 

 

Las tareas actuales de los P. C. de la América Latina
Tesis política

Fuente: “Las tareas actuales de los P.C. de la América Latina”, La Correspondencia Sudamericana 2 época, no. 27 (25 junio 1930): 4-16.

La crisis mundial del capitalismo y particularmente la crisis en los Estados Unidos, exige de nuestros partidos el análisis más atento por su repercusión aguda y directa sobre el desarrollo de los países de América Latina. Una de las premisas más importantes para poder determinar la justa política de clase de nuestros partidos de la América latina, es analizar los efectos de dicha crisis sobre el desarrollo de los países latino-americanos, pues ponen en evidencia en forma particularmente clara a) el carácter semi-colonial de estos países b) la función del imperialismo; c) la ligazón estrecha existente entre el desarrollo de la lucha de clases en el resto del mundo y en el continente; y, en fin, d) la dependencia recíproca en que se hallan todos los países de América latina.

Solamente en la medida en que se comprenda que el desarrollo del movimiento revolucionario * a la agudización mundial de la crisis del capitalismo tiene influencia decisiva en la América latina, podrán nuestros partidos trazarse una línea justa. El aumento de la combatividad en las luchas de clase, debido a la crisis y a la desocupación inmensa en los países capitalistas, las grandes luchas anti-imperialistas (India, China, etc.) de las masas de los países coloniales y la aceleración de la construcción del Socialismo en la U.R.S.S., son los luchos que demuestran el desenvolvimiento rápido de las fuerzas que destruirán todo * régimen capitalista, que sufren en los actuales momentos una fuerte sacudida en los posiciones más sólidas del imperialismo (Estados Unidos).

Los imperialistas de todo el mundo procuran destruir las posiciones del proletariado movilizando todas sus fuerzas en la preparación de la guerra contra U.R.S.S. y suprimiendo físicamente la vanguardia de las mesas trabajadores mediante el fascismo y el terror blanco. Pero la concentración de las fuerzas del imperialismo contra la U. Soviética y la lucha * contra la clase obrera en los * capitalistas, no suprimo no * las contradicciones entre los distintos imperialismos; por el contrario, gracias a la crisis mundial esas contradicciones * a los países capitalistas * la guerra en la que * en forma activa y directa los países de la América Latina.

El *, es decir, la tendencia a ver solamente las * del propio país conduce a la * de la excepcionalidad, impide a los * estudiar le * * .. la relación * existente entre la crisis general del capitalismo con la crisis del propio país.

Aún existen en nuestros partidos latino-americanos teorías burguesas sobre el rol más progresista del imperialismo yanqui, sobre la descolonización parcial; aún hay en grado * una gran incomprensión real de la revolución agraria que se desarrolla sobre la base de la crisis agraria, una sub-estimación igualmente del papel creciente de la A. latina en el desarrollo de las luchas de clase mundial. Tales hechos exigen una lucha decidida en el seno de nuestros partidos por la línea de la I.C.

Puse al hecho de que la crisis económica actual solamente comienza a desarrollarse, la crisis de superproducción en los EE.UU., la crisis agraria conducen ya a cambios políticos y sociales inmensos, arrastrando a los países de la A. latina a una nueva época de guerras y revoluciones. En ellos la crisis económica mundial y especialmente la de los Estados Unidos, agravó y profundizó la crisis existente, lo que provoca las siguientes consecuencias;

  1. Fortalecimiento de la colonización de los países latino — americanos de parte del imperialismo yanqui, lo que los transforma * uno de los frentes más importantes de la lucha mundial inter-imperialista (la A. del Norte poses ya el dominio de Méjico después de la capitulación de Calles-Portes Gil, * el contralor de Venezuela, * conquistado posiciones fundamentales en Colombia, Chile, Bolivia y Perú, ha ampliado sus posiciones en Argentina y Uruguay, y concentra la lucha sobre Brasil, tratando de arrancarlo diferentes estados y minar la dominación inglesa. Estados Unidos utilizó la doctrina de Monroe para justificar y realizar esta política de posesión monopolista de la América latina.
  2. El pasaje del sistema de “contralor” y las “esferas de influencia” a la lucha directa por el monopolio, por la presión directa sobre los países para involucrarse en el frente capitalista de lucha contra la U. Soviética (Méjico), a las tentativos de provocar guerras entre diversos países de America latina, Paraguay, Bolivia, etc.
  3. El agudizamiento extraordinario, también en la A. latina, de la lucha entre los imperialistas por la dominación monopolista de los diferentes países y de partes del continente, especialmente entre el imperialismo inglés, que defiende con todas sus fuerzas sus viejas posiciones, y el yanqui (lucha por la dominación en Argentina, Perú, Paraná, donde Inglaterra ha logrado penetrar, — en Colombia, Brasil, etc. etc.; el envío de la misión de D’Abernon). Esta lucha amenaza, en su desarrollo, provocar conflictos militares entre los distintos países y aun entre diferentes partes de los mismos.
  4. El aumento de la forma de rapiña de la explotación de los países de la A. latina por el capital financiero, y, al mismo tiempo,  el desarrollo del proceso de la racionalización en la ciudad y en las grandes empresas agrícolas,  manteniendo y aumentando las condiciones de trabajo semi-esclavistas, semi-fundamentales, que llevan la explotación a un grado de exterminación física del proletariado. La desocupación se acrecienta, alcanzando ya a más de los millones y medio en las ciudades y a varios millones en la campana.
  5. La crisis mundial agraria produce la caída de los precios de los productos de la agricultura. El desenvolvimiento de la técnica y ligado con esto la  dependencia creciente de la economía de los capitalistas extranjeros y de los grandes terratenientes, provoca la pauperización de la campana, lo que restringe el mercado interior y socava definitivamente la base de la industria, de por sí insuficiente.
  6. La caída catastrófica de los precios de los productos agropecuarios determinada por la crisis creciente agravada por la crisis de los Estados Unidos, provoca una crisis insoluble general de cada país regido por el sistema de la monocultura y au*enta asi la crisis económica general en el continente (Ecuador, crisis del cacao; Brasil, crisis del café; Chile, salitre, Cuba, azúcar; Argentina; carne, trigo etc.):
  7. La superproducción de la materias primas coloniales, agregada a la superproducción capitalista en Europa y Estados Unidos, determinan la amenaza de una catástrofe total para la economía de una serie de países.
  8. El conjunto de estos factores la provocado ya en varios países una crisis financiera (Brasil, Argentina, Uruguay, Perú), crisis financiera que, a pesar de las oscilaciones parciales temporales, engloba a todos los países del continente.
  9. La crisis aguda de la economía de los diversos países la crisis del sistema de monocultura, la restricción de los mercados, el aumento de las contradicciones entre las formas de la explotación del capital financiero y la racionalización capitalista sobre la base semi-feudal, semi-esclavista de la economía adquieren * carácter particularmente agudo y plantea ante el país la cuestión de la revolución agraria y antiimperialista.
  10. El desarrollo desigual de los distintos países del continente, de las diferentes * de la producción, de las diversas regiones de un mismo país, adquiere proporciones formidables y acrecienta las luchas entre las naciones, provincias, etc., que el imperialismo provoca y utiliza en su pgua por la nueva repartición de esfera de * y de dominación.
  11. La forma * de la crisis se manifiesta especialmente en la agravación rápida de la lucha de clases; simultáneamente, sobre la base de la crisis, aumenta la lucha en dos direcciones: una contra las condiciones semi-feudales, semi-esclavistas del trabajo, la dominación del imperialismo y el gobierno agrario-militar-burgués, ligado con el imperialismo, y, otra la del proletariado contra los capitalistas , contra la racionalización que se desarrolla ampliamente, y la de los obreros agrícolas — en su carácter de obreros— contra la explotación de que son objeto. Y el hecho de que las primeras contradicciones que se desarrollan sobre la base de las relaciones semi-feudales, sean actualmente las más agudas, las más pesadas, las más sentidas por las grandes masas laboriosas de la campana agrario de la actual etapa la revolución.
  12. La agravación de la crisis, la racionalización capitalista, el incremento de la lucha de clase, arrojan rápidamente a la burguesía nacional hacia el imperialismo y la transforman en su instrumento.

 

El imperialismo interviene cada vez más abiertamente como organizador de las fuerzas en la lucha contra las masas proletarias. En esta lucha el imperialismo trata de:

  1. aprovechar las contradicciones crecientes entre los diferentes grupos burgueses, utilizando sus luchas para sus propios intereses imperialistas.
  2. favorecer la creación de una capa de campesinos ricos (kulaks), allí donde la lucha deviene amenazante, como punto de apoyo contra las grandes * trabajadores, contra la revolución agraria (Méjico, Colombia, Argentina, etc.), mediante el fortalecimiento, por todos los medios de la burguesía agraria y sobre la base de la diferenciación rápida que produce en el campo.
  3. utilizar la diferenciación que se produce en la pequeña-burguesía a causa de la proletarización y de la racionalización capitalista, para ampliar las bases del frente nacional- imperialista en la lucha contra las masas proletarias y campesinas, sobre la base de la consigna “la economía nacional está en peligro”.
  4. apoyar al nacional-fascismo y al fascismo contra la ola creciente del movimiento revolucionario en la ciudad y en el campo.

 

Es un error, sin embargo, deducir de estos hechos, que el imperialismo yanqui se liga necesariamente a la burguesía industrial, mientras que el inglés lo hace con los agrarios. Las formas de explotación imperialistas no excluyen el apoyo a tal o cual grupo agrario o industrial de parte de ambos imperialismos, según las condiciones concretas.

  1. El aumento de la colonización, la capitulación de la burguesía nacional frente al imperialismo, como consecuencia del recrudecimiento de la ofensiva de este, es también una consecuencia de la reducción del mercado interior.
  2. La pauperización rápida de la pequeño-burguesía provoca una inestabilidad en los grupos nacional-revolucionarios, que oscilan, dado la agravación de la lucha de clases en el mundo entero y en el continente, hacia la dirección de la burguesía. Ese proceso de pauperización de la pequeño-burguesía transforma a capas importantes en semi-proletariado, objetivamente ligados al proletariado, y al mismo tiempo, empuja hacia la burguesía a sus estratos más acomodados.
  3. El paso abierto de Portes Gil del lado de la reacción, no fue si no la expresión más neta de eso proceso, que a su vez contribuyó a acelerarlo en una serie de grupos de todos la A. latina. En forma menos ostensible, pero decididamente con la misma dirección, han actuado los grupos nacional-revolucionarios de Colombia, Bolivia, Perú, etc. En Brasil oscila también “La Columna Prestes”, que se transformó en una parte integrante y la más demagógica de la Alianza Liberal, apoyada directamente por el imperialismo yanqui.

Una de las consecuencias de este proceso es que las conspiraciones y golpes de estado de parte de los nacional-revolucionarios, muestran cada vez con más claridad, su forma imperialista. Es característico,  en este sentido,  el apoyo militar de estos grupos de parte del imperialismo; no obstante, el imperialismo trata evitar por todos los medios la prolongación de la lucha, por temor a su transformación en una lucha de masas por la revolución agraria.

Las oscilaciones de los grupos nacional-revolucionarios de ayer, entre el imperialismo y la lucha al lado del proletariado, hacen factible el pasaje brusco o “inesperado” de tales grupos, del campo de la lucha revolucionaria, y su transformación en conglomerados abiertamente fascistas.

  1. El crecimiento de la ola revolucionaria ha provocado paralelamente el terror, la tentativas de consolidación de un frente anti-proletario, el fortalecimiento de la actividad de los social-fascistas, que se concentran especialmente en los centros decisivos (el transporte, las empresas imperialistas, etc.) para facilitar los planes de la racionalización capitalista y defender al capital extranjero de la revolución agraria y anti-imperialista que se apróxima.
  2. La crisis que se profundiza tiene de característico que engloba a todos los países de la América latina, que revolucionariza a las grandes asas de la ciudad y del campo, que plantea el problema de la revolución agraria y que arrastra en la lucha a millones de explotados del campo y a los pueblos oprimidos que el imperialismo explota y extermina.
  3. La crisis provoca un envilecimiento rápido del nivel de vida, el aumento de la desocupación, el hundimiento en la miseria de grandes masas, especialmente campesinas, provoca el hambre en las ciudades y en el campo, arrastra a la lucha a vastas masas de trabajadores.
  4. La ola de huelgas que se producen en las grandes empresas imperialistas, en el transporte, en los servicios de Estado, etc. constituyen uno de los hechos fundamentales y característicos en el desarrollo del movimiento revolucionario. En estas luchas los capitalistas extranjeros y sus agentes aplican las formas más variadas del terror y movilizan todas las fuerzas del aparato del estado desde el comienzo de cada huelga, contra las masas obreros y campesinas y contra nuestros partidos.
  5. El agudizamiento de la lucha de clases arrastran al combate a nuevas masas, planteándoles de una manera terminante la cuestión de la lucha contra el Estado, al servicio del capital extranjero, la necesidad del armamento de los obreros y campesinos en lucha, la propaganda constante: y — con el desarrollo del movimiento de masas — la organización de los Soviets, la luchas por la dictadura democrática de los obreros y campesinas.
  6. En el transcurso de esta ruda lucha existen todas las condiciones para el proletariado de conquistar la hegemonía del movimiento revolucionario de las masas obreras y campesinas. Es durante estas luchas que se ponen en evidencia las debilidades de nuestros partidos, que no se independizaron aun de la influencia de la pequeño-burguesía y que no se orientan todavía hacia la conquista de los trabajadores de los ramos decisivos de la producción del país.
  7. El proceso de la lucha agudizada provoca el acercamiento de los elementos semi-proletarios (artesanos, trabajadores “independientes”, etc.) de la ciudad y del campo, al proletariado, y descubre al mismo tiempo el papel traidor de los social y nacional fascistas, que con el desarrollo de la revolución agraria se transforman cada vez más en instrumentos directos y dóciles del imperialismo.
  8. El papel histórico de los partidos comunistas como dirigentes de las grandes masas proletarias, de los campesinos revolucionarios y también de los pueblos oprimidos, aparece con mayor claridad ante las capas más avanzadas del proletariado. Las batallas que se avecinan forjaran los cuadros revolucionarios de las grandes masas; estas luchas exigen de nuestros partidos una línea clara de combate, una estrecha ligazón con la masa, y especialmente, superación enérgica de las supervivencias pequeño-burguesas de su trabajo.

II. LA ORIENTACION DELA LUCHA HACIA LA REVOLUCION

Esta situación internacional y nacional en las que trabajan nuestros partidos, exigen de ellos que todas sus actividades sean orientadas nítidamente hacia la revolución. Cada huelga, demostración, toda propaganda, cada medida organizativa, debo ser ligada con la lucha por el poder obrero y campesino. No solo en Brasil, Colombia, Venezuela, donde la crisis se agrava muy rápidamente provocando luchas de clase encarnizada, sino también en todos los otros países en que no se pueden separar artificialmente el agudizamiento de la lucha en la ciudad y en el campo — que reviste un carácter político siempre más neto — las luchas se ligan con la lucha directa por el poder. No se puede manea fijar de antemano qué momento preciso de la lucha de clases agudizada puede conducir hasta las batallas decisivas. Pero hay una cosa incontestable: la falta de preparación del proletariado y de su vanguardia para esos combates decisivos conduce a la derrota de la revolución.

Esta idea fundamental no ha penetrado hasta hoy en todo el trabajo del partido. Ello debilita el ritmo de toda la actividad, despoja de contenido revolucionario la vida interna de los partidos, debilitada ligazón entre el Partido y la masa y crea una manifiesta indiferencia criminal por los combates que se desarrollan en el campo.

III. — LA CONCEPCION PEQUENO-BURGUESA DE LA REVOLUCION EN LA A.L.

Nuestros partidos, no dirijen el creciente movimiento de masas y cojean detrás de él mientras el * izquierda de los liberales que rompen de hecho con la revolución obrera y campesina, prepara un golpe de Estado a beneficio del imperialismo, juega con la idea de la insurrección armada para arrancar las masas de la influencia de los partidos comunistas; en nuestra prensa, en nuestras intervenciones públicas, no existe una orientación neta hacia la revolución. Este error fundamental de la mayoría de nuestros partidos está ligado, por un lado, con la concepción tradicional pequeño-burguesa de la revolución considerada como un “complot” de una docena de intelectuales militares politiqueros que intentan conquistar el poder del estado para sus interés y no como una lucha de las masas obreras y campesinas; y, por otra parte con la incomprensión del papel de nuestros partidos, del papel hegemónico del proletariado que dirije las grandes masas campesinas, su aliado más importante.

La concepción menchevique, anti-leninista de la etapa actual de la revolución se manifiesta claramente:

En una serie de aportaciones teóricas de los compañeros brasileños, colombianos, venezolanos y otros; en la posición equívoca de nuestros partidos con respecto de los jefes y grupos del ala izquierda de liberalismo (Lacerda, Prestes, liberales colombianos y ecuatorianos); en la pasivi* en la conquista de las empresas fundamentales; en la despreocupación completa por las masas proletarias y semi proletarias del campo. Los mencheviques supusieron que cuando se trata de una revolución democrático-burguesa la táctica del proletariado debe ser no obstaculizar a la burguesía en la realización de la revolución según sus intereses y solo después de la victoria burguesa definitiva, en el seno de democracia burguesa, podrá madurar la revolución proletaria socialista “pura”. El análisis leninista de las fuerzas motrices de la revolución en la experiencia gigantesca de las tres revoluciones rusas y las revoluciones europeas y orientales, refutó totalmente esta concepción burguesa de la revolución. Al bloque del proletariado con la burguesía, que inevitablemente conduce siempre a una derrota completa del proletariado, hacia el compromiso de la burguesía con la reacción feudal e imperialista, Lenin oponía la idea de la alianza del proletariado con los campesinos, la idea de una revolución plebeya de masas bajo la dirección del proletariado. Ahora ya es común de que ningún partido ni grupo organizado de la burguesía o de la pequeño-burguesía, marcharán por el camino de la revolución agraria, que constituye el contenido principal de la etapa democrático-burguesa de la revolución (China, India, Méjico, etc.).

La lucha contra el imperialismo, que domina estos países semi-feudales, pone sobre el tapete la cuestión del carácter agrario anti-imperialista de la revolución, el problema de la revolución agraria de las grandes masas rurales bajo la dirección del proletariado, para solucionar el problema fundamental de la tierra y obtener su liberación del yugo feudal. “Cada revolución campesina — decía Lenin — es una revolución democrático-burguesa, pero no cada revolución democrático-burguesa es una revolución campesina.”

Nuestros partidos luchan en la actual etapa de la revolución en la mayoría de los países de la A. latina, para una revolución agraria campesina de masas, bajo la dirección del proletariado. Cada tentativa de sustituir la idea de la revolución agraria por la de la reforma agraria, la idea de una revolución plebeya de masas por la del golpe de estado burgués, constituyen en el actual período un apoyo directo al enemigo de clase, al imperialismo yanqui. Es por eso que todas las teorías que afirman que en A. latina, no es el campesinado sino la pequeño-burguesía de las ciudades la que constituye una segunda clase fundamental y al lado del proletariado, todas las teorías que tienden a no “obstaculizar” al ala democrática del liberalismo en la toma del poder, y que, “a la sombra” de las luchas por la revolución democrático-burguesa madurara la revolución proletaria “pura”, son teorías REACCIONARIAS de la pequeño-burguesía, que teme una ruptura abierta con el liberalismo, que teme la lucha revolucionaria de masas y el desarrollo de la revolución agraria bajo la dirección del proletariado. Defendiendo la idea de la revolución agraria, nuestros partidos no deben olvidar que en las condiciones del tercer período de la crisis general de todo el régimen capitalista, cuando la lucha entre el Socialismo y el Capitalismo pasa a su fase decisiva, cuando se agudiza la lucha de clase en todo el mundo, cuando la U. Soviética verifica el programa de la construcción socialista, cuando Estados Unidos entra en el período de crisis, la transformación de la revolución democrático-burguesa en revolución socialista puede realizarse en un plazo históricamente breve.

La revolución democrático-burguesa, su contenido agrario y antiimperialista, está determinado por el hecho de que los problemas más agudos, más sentidos por las masas trabajadoras, son:

  1. Los que surgen del régimen de la gran propiedad fundiaria y de las numerosas supervivencias del feudalismo y de la explotación esclavista que le rialismo, etc.
  2. Los que provienen del carácter semi-colonial del país, de su explotación por el imperialismo, de la lucha que estos libran por obtener el monopolio;
  3. Los que nacen de la dictadura política de los grandes terratenientes, de los agrarios-militares, de los militares fascistas, instrumentos todos del imperialismo; etc.

Los fines de la revolución serán, pues, desde el comienzo, la abolición de la gran propiedad fundiaria feudal, la liberación del país del imperialismo,  la creación de una amplia democrática de masas trabajadoras (dictadura democrática de los obreros y campesinos). La lucha contra el capitalismo, que ya se conduce, en el curso de la lucha contra el feudalismo, adquirirá el papel cada vez más importante,  transformándose definitivamente en el contenido central de la lucha, a medida que aparezca netamente ante las masas trabajadoras que aquel se aliara a los grandes terratenientes y al imperialismo, con los que está ligado por militares de lazos económicos, políticos y sociales.

Aparece, pues claramente, que catamos en las mayoría de los países frente a una revolución de tipo democrático-burgués, que constituye una etapa en la lucha del proletarios por el socialismo, a la que características particulares de los países, darán un carácter especial, fuertemente antiimperialista y rápidamente anticapitalista y cuyas tarea fundamentales serán:

  1. Revolución agraria. Liberación de la masa de obreros agrícolas y de campesinos de todas las formas pre-capitalistas feudales, esclavistas y coloniales de explotación; confiscación, nacionalización y división de la tierra. Repartición gratuita de las tierras para quienes la trabajan.
  2. Liberación del yugo imperialista. Confiscación y nacionalización de las empresas Imperialistas, minas, propiedades fundiarias, concesiones, vías de comunicación, servicios públicos, Bancos. Anulación de la deuda exterior del gobierno de las provincias y de las municipalidades.
  3. Gobierno Obrero y Campesino sobre la base de los Soviets, constituyendo una estrecha alianza entre los obreros y campesinos, y ligandolos con movimiento revolucionario y antiimperialista de los demás países de la América latina,  con el proletariado de las metrópolis y con la U. R. S. S.

IV. — LAS CONDICIONES DE LA TRASFORMACION DE LA REVOLUCION DEMOCRATICO-BURGUESA EN REVOLUCION SOCIALISTA

Cuando a las grandes masas proletarias y semi-proletarias de las ciudades y del campo en la revolución democrático-burgués, el proletariado lucha por sus propios interés, por sus liberación total, por la liquidación de todas las formas de explotación del hombre por el hombre, es decir, LUCHA POR EL SOCIALISMO.

Es justamente por esto, por lo que el proletariado es la única clase que lucha contra toda explotación en general, que puede dirigir la revolución democrático-burguesa y terminarla. Esta razón es la que determina para nuestros partidos la necesidad de educar a la clase obrera en el espíritu de sus propios intereses de clase que debe tener la hegemonía en la revolución, así como la tarea de plantear ante la clase obrera la necesidad de apresurar el proceso de transformación de la revolución agraria en revolución socialista, que depende de la fuerza, de la conciencia del proletariado y de su vanguardia, de su ligazón estrecha con las masas semi-proletarias de la ciudad y del campo y de su capacidad de combatir la resistencia de la burguesía contrarrevolucionaria. La revolución agraria en los paises mas grandes y desarrollados de la A. latina planteará a los partidos la necesidad de su transformación en revolución socialista, por la existencia de las siguientes condiciones:

1o. — La resistencia feroz que opondrá el imperialismo al poder de las masas obreras y campesinas.

2o. — La resistencia feroz de la burguesía nacional, que opondrá a la revolución agraria el block con los imperialistas y la reacción.

3o. — El papel cuantitativo importante y el rol económico grande de los asalariados agrícolas de una parte, y la creación y consolidación de campesinos ricos, “kulaks”, de la otra.

4o. — El agudizamiento mundial de la lucha entre el Socialismo y el Capitalismo.

5o. — La proximidad de la guerra y las tentativas de arrastrar a ella a los países de la América latina, bajo la dirección de los Estados Unidos, especialmente a la guerra contra la U. R. S. S.

6i. — La penetración capitalista rápida en los principales países de la A. latina, el desarrollo del proletariado, la diferenciación de clases en la campana y el desarrollo del proletariado agrícola.

7o. — La crisis mundial del capitalismo y particularmente la crisis en los Estados unidos.

8o. La agudización de la lucha de las colonias semi-colonias contra el imperialismo, y el aumento en proporciones e intensidad, de la lucha de clases en las mismas.

V. — EL REOGRUPAMIENTO DE FUERZAS A. LATINA

En el período actual, la penetración rápida del capitalismo sobre una base semi-feudal colonial, la profundización de la crisis en los Estados Unidos, de la crisis agraria mundial, el fortalecimiento de la racionalización capitalista, la agudización de las luchas inter-imperialistas, provoca un reagrupamiento de fuerzas en América Latina. Los momentos más importantes de este proceso, son los siguientes:

1o. — Una intensa ofensiva contra el proletariado mediante la racionalización capitalista, que aumenta la desocupación de las masas y el empeoramiento de las condiciones de trabajo.

2.) Los movimientos campesinos que se agravan y las intervenciones cada vez más abiertas contra la revelación agraria por parte de la burguesía.

3.) Ligado con todo esto, el pasaje a la contrarrevolución de los grupos liberales, democráticas y socialistas.

4.) Las luchas de masas que por primera vez se realizan en vasta escala en las empresas imperialistas poderosas, frigoríficos, en el transporte, de los obreros agrícolas, empleados del Estado, etc.

5.) El movimiento se desarrolla simultáneamente en las ciudades y en el campo, ampliando la base de la alianza entre las masas proletarias y semi-proletarias, ocupadas y desocupadas, organizadas y desorganizadas, de la ciudad y del campo.

6.) La agudización de la lucha entre los distintos grupos de la burguesía, instrumentos de diferentes imperialismos, la desagregación de los partidos íntegros frente a este reagrupamiento de fuerzas, la aceleración del proceso de diferenciación de la pequeño-burguesía, una parte de la cual se proletariza rápidamente.

La intensificación de la lucha planten ante los partidos proletarios en América latinas tareas históricas inmensas; los partidos comunistas deben acercarse a las capas más compactas del proletariado, en las empresas fundamentales deben aprender a ligar esta lucha con la lucha por la revolución. Por cada empresa, por cada estancia o “facenda’, será necesario conducir una lucha enérgica y tenaz. El imperialismo, los gobiernos agrario militares, y militares, los fascistas, nacional y social-fascistas se lanzan ferozmente sobre nuestros partidos. Solo en tales combates, nuestros partidos maduraran como vanguardia revolucionaria del proletariado y los campesinos. En este camino deben liberarse definitivamente de la herencia pequeño-burguesa. Únicamente rompiendo con decisión con los grupos pequeño-burgueses, criticando sin piedad sus programas reaccionarios, destruyendo sus teorías, desenmascarando su tácticas, poniendo al descubierto a sus jefes vacilantes, combatiendo sin cuartel a todos sus partidarios abiertos o empezados en nuestras filas, los partidos aprenderán a luchas audazmente por la conquista de las masas proletarias, encabezando sus luchas.

VI. — LA LUCHA POR LOS PARTIDOS COMUNISTAS

La lucha por la hegemonía del proletariado en el movimiento revolucionario, es imposible sin orientación nítida de nuestros partidos hacia la revolución agraria de masas. Exige de ellos la capacidad necesaria para lanzar consignas políticas durante el desarrollo de las luchas económica, que sepan ligar los combates del proletariado urbano con la ola revolucionaria que viene del campo, y ligarlos también con las luchas de los pueblos oprimidos, explotados y exterminados por el imperialismo.

Debemos constatar que el freno más grande que existe,  para el desarrollo revolucionario de nuestros partidos es la fuerte influencia de la pequeño-burguesía, ,que se manifiesta a través  de toda su vida política y de todos sus sistemas de trabajo.

Por ello es que para conformar verdaderos Partidos Comunistas, es necesario que nuestros partidos Latino-americanos se LIBEREN  primera, rápidamente de la influencia ideológica y política de la pequeña-burguesía, segundo SE TRANSFORMEN de partidos semi-proletarios y pequeño-burgueses que son en partidos del proletariado, y, tercero, QUE ESTABLEZCAN o fortalezcan el contacto con las masas revolucionarias del campo, y en primer lugar, con los asalariados agrícolas.

LAS DEBILIDADES DE NUESTROS PARTIDOS

  1. Todavía no cuentan con cuadros capacitados marxistas-leninistas; están imbuidos de un espíritu de conciliación frente a las teorías hostiles adversas, considerando a lo pequeño-burgués la conciliación, como la mejor forma de educación clasista.
  2. Rompen lentamente, pero sin decisión con los grupos democráticos que juegan con la idea de la revolución para arrancar las masas oscilantes de la influencia comunista.
  3. No viven en la medida suficiente la vida de la Internacional Comunista; no comprenden la lucha en todo el continente, en todo el mundo.
  4. No ligan el trabajo cotidiano con la tarea de organizar la revolución; cada intervención en los movimientos de masas con la lucha por el poder, cada campana con las perspectivas revolucionarias.
  5. Fácilmente caen en el pánico; permiten ser aterrorizados, no saben luchas por la legalidad con el apoyo de las masas revolucionarias, no saben intervenir abierta y audazmente, combinando la existencia ilegal con el trabajo de masas.
  6. Se desoriente ante cada ruptura de uno u otro grupo de la pequeño-burguesía con el movimiento revolucionario permaneciendo por lo general, pasivos frente a ellos debido a la carencia de ligazón con las fábricas y las empresas más importantes.
  7. No comprenden la importancia del trabajo en el campo, no realizan ningún esfuerzo importante para ligarse con los elementos proletarios y semi-proletarios del campo y para crear allí las organizaciones del partido.
  8. No se ligan orgánicamente con el proletariado de las empresas, limitándose a efectuar demostraciones de propaganda en general.
  9. Subestiman la importancia inmensa de la juventud y de la mejor para el desarrollo de nuestros partidos y para la lucha revolucionaria, considerándolos como de segunda importancia, sobre todo el trabajo entre los jóvenes y mujeres del campo en la lucha contra los vestigios del feudalismo.
  10. Subestiman el trabajo entre las masas inmigradas; no saben ligar el trabajo de los distintos grupos idiomáticos, no los atraen con energía suficiente al trabajo general del partido, lo que hace de estos una federación de distintos grupos no suficientemente fundidos entre sí, que viven aisla-lamente su propia vida (Brasil, Uruguay, etc.)
  11. No se ligan seriamente con las masas de las raras y pueblos oprimidos (indígenas y negros, a pegar de a simpatía que profesan estas por el movimiento comunista.
  12. Están aun impregnados de espíritu “legalista”; no comprenden que dado el agudizamiento de la lucha es necesario organizar grupos de auto-defensa proletaria, capaces de defender las organizaciones obreras de los fascistas y de la reacción, y sostener las luchas de las masas obreras y campesinas.
  13. No conducen una lucha anti-militarista sistemática, no comprenden la importancia capital para la revolución de realizar un trabajo tenaz y perseverante por la desagregación del ejército, del ejército mercenario inclusive.
  14. No polarizan la idea de los consejos de obreros y campesinos (soviets), como los mejores organisaros para la lucha de masas, como la mejor forma de alianza entre las masas revolucionarias del proletariado y campesinas, en la lucha por el poder y como órganos del poder obrero y campesino.
  15. No guían a las masas revolucionarias, sino que cojean indecisamente detrás de ellas no siendo capac*e de encabezar eficazmente movimientos revolucionarios de las masas.
  16. Los órganos dirigentes de la mayoría de nuestros partidos comunistas impregnan todas sus actividades de la falsa teoría de la “particularidad” de la América latina, con la que parecería quisieran justificar el bajo nivel político, la insuficiente ligazón con las masas y la carencia de una buena organización. Las luchas de masas en los últimos tiempos, desaprueban totalmente esta teoría errónea, y plantean nuestros partidos nuevas tareas históricas.

El periódico actual de agravación de las luchas de clase ha puesto en evidencia el fracaso de la experiencia de sostener y crear partidos socialistas y socialistas revolucionarios. No solamente partidos como el del Ecuador no son capaces de conducir de una manera independiente a las masas revolucionarias en la lucha, archando a remoque de los elementos pequeño-burgueses, sino también, como en el caso de Colombia, estos “partidos” son conducidos por una dirección extraña ideológica y socialmente al proletariado al apoyo directo de la burguesía y del imperialismo contra las masas obreras y campesinas en lucha.

Estas experiencias indican la necesidad absoluta, en el plazo más breve de transformar esos partidos en partidos comunistas, unidos ideológicamente y ligados verdaderamente al movimiento comunista internacional capaces de conducir a las masas en este periodo de luchas; transformarlos, absorbiendo a los elementos masas y expulsando a los elementos ligados con la pequeño-burguesía y oportunistas. En consecuencia será inadmisible repetir la experiencia de la creación de partidos socialistas en otros países (Perú), lo que en la hora actual significa impedir la creación de una partido comunista, en provecho único de la burguesía y del imperialismo.

Deben ser combatidas también, como tendencias liquidacionistas,  como traición abierta a la causa del proletariado, las tentativas de liquidar los partidos comunistas ilegales, dada la reacción, y organizar partidos “legales”, prácticamente partidos policiales (Chile).

LA LIGAZON CON LAS MASAS PROLETARIAS TAREA  PRIMORDIAL DE NUESTROS PARTIDOS

La lucha por la conquista de las grandes empresas imperialistas plantea a los partidos y sindicatos nuevas tareas. El periodo de la sola propaganda general debe terminar. Los métodos de trabajo de masas los problemas de organización, deben estudiarse y aplicarse a las condiciones concretas de cada país.

La tarea central hoy es consolidar orgánicamente, nuestra influencia, tarea, por cierto, mucho más difícil y complicada que la de conducir campañas generales de propaganda.

En la primera ola huelguistica nuestros partidos aprendieron ya a apreciar mejor la importancia de las huelgas, pero se han comportado principalmente como organes de cooperación y de apoyo de los sindicatos. La ola de luchas de masas los sorprendió sin preparación.

No pudieron ligar la lucha de los desocupados, le los huelguistas y de todo el proletariado, revistiendo los combates de carácter político, mostrando a las grandes masas trabajadoras la perspectiva de la lucha revolucionaria por el poder obrero y campesino. No han sabido desencadenar con éxito la lucha por la liberación de los precios y llamar al proletariado a organizar grupos armados, para defenderse de los ataques de los gobiernos y de los fascistas. Jugaron en cambio, con la consigna de “huelga general”, sin preparación y sin base, dándose objetivos que no estaban en condiciones de realizar.

La ola huelguista planteó a todos nuestros partidos dos problemas de organización: 1o. Creación de los comités de lucha y continuación de la campana preorganización de los comités de fábrica, particularmente en las más grandes y 2o., creación de los cuadros sindicales del partido en condiciones de dirigir las tareas políticas que exige el movimiento creciente y ligar los movimientos de masas con los Partidos Comunistas, ampliando de esta manera la base misma de los partidos.

Es indispensable, por otra parte, plantear directamente al proletariado de las ciudades, el problema de la revolución agraria y explicar el rol de los campesinos en ella, como su aliado, y el de las grandes masas proletarias y semi-proletarias del campo en la lucha por el socialismo.

EL PROLETARIADO EN SU ROL DIRIGENTE DE LAS MASAS CAMPESINAS

Hasta ahora en los países de A. latina, el Bloque Obrero y Campesino fue una ficción. En Brasil, por ejemplo, en el Block no participaba ni un solo representante de la campana. En lugar de la ligazón de combate entre las masas revolucionarias de la ciudad y del campo, el Bloque formalmente representaba una combinación superficial, una carta formal para los partidos comunistas, en realidad un partido político pequeño-burgués. Tal forma de Bloque desprestigia la idea de la alianza entre las masas revolucionarias, frena el desarrollo de nuestros partidos, impide al partido intervenir directamente frente a las masas y ligarse con ellas.

La agudización de la crisis en América latina, particularmente en Brasil, Bolivia, Colombia, Venezuela. América Central, obliga a los partidos a establecer de hecho una ligazón de hierro con las masas campesinas. Los partidos deben por eso elaborar un programa agrario del proletariado, aplicado a las condiciones de la revolución agraria en los países de la A. latina y dar toda su importancia a las reivindicaciones de las masas campesinas medias, arrendatarios, etc. Sin esto los partidos comunistas no podrán ser dirigentes del movimiento revolucionario en el campo. En esta tarea los partidos deben tener en cuenta:

1o. — En la hora presente no se trata solamente de la propaganda de las reivindicaciones campesinas, sino de la organización inmediata de la lucha contra el yugo feudal e imperialista.

2o. — Rehusándose a pagar los impuestos, no subordinándose a los contratos esclavistas, no reconociendo el poder local, las masas campesinas entran de hecho en la lucha revolucionaria por el poder obrero y campesino. Esta lucha debe realizarse con el apoyo y dirección inmediatas de nuestros partidos.

3o. — Organizando los comités de lucha los partidos deben, cuando la lucha toma carácter revolucionario de masas plantear la cuestión de la organización de los soviets como órgano de combate y de lucha por el poder. Es por eso que la idea de los soviets debe desde ya ser profusamente propaganda en el campo.

4o. — Organizando y movilizando para la lucha las grandes masas campesinas, los partidos deben establecer una ligazón particularmente estrecha con los obreros agrícolas, organizándolos en los sindicatos de clase y constituyendo las * del Partido en los latifundios y fazendas con los obreros agricolas mas conscientes.

Defendiendo los interés de los obreros agrícolas, el partido no debe olvidar que el * agrícola en todos los países latino-americanos todavía, en gran medida, vive los interés generales del campesinado y que el problema de la confiscación de las tierras de los latifundistas del clero y del Estado, y de la distribución entre los trabajadores del campo constituye la cuestión fundamental y más aguda de la revolución agraria.

Las errores más graves que pueden cometer en este terreno, nuestros partidos, son:

  1. No plantear oportunamente la cuestión de la toma directa de las tierras;
  2. no llamar a los campesinos a la posesión de la tierra en la misma iniciación de las lucha revolucionaria en el campo;
  3. no subrayar suficientemente y con toda claridad que el partido reivindica la distribución de la tierra para TODOS los trabajadores del campo;
  4. no ligar la toma y confiscación de la tierra con el poder obrero y campesino.

Al luchar por la nacionalización de la tierra, al defender en los soviets de obreros y campesinos, después de la toma del poder, las formas colectivas de economía que serán más oportunas para permitir el desarrollo ulterior parido hacia el Socialismo el Partido, actualmente, no debe debilitar la lucha POR LA TOMA Y LA DIVISION DE LA TIERRA. Sola sobre esta base puede establecerse la alianza del proletariado y las masas campesinas. Si el Partido subestima el proletariado agrícola como una masa que en gran medida vive de los intereses de los campesinos a tomar las tierras y dividirlas, conduciendo la lucha por el poder obrero y campesino, no podrá tener la hegemonía del movimiento revolucionario de las grandes masas trabajadoras.

EL TRABAJO ENTRE LOS PUEBLOS OPRIMIDOS

La necesidad de la ligazón entre el proletariado y las masas campesinas pone sobre el tapete el problema de los pueblos oprimidos como uno de los más importantes de la revolución de la América latina. Lenin y Stalin planteaban, en primer término la ducha por la liberación de los pueblos oprimidos como un problema de confianza de las masas campesinas del pueblo oprimido en el proletariado del pueblo dominante. La conquista pues, de los millones de indígenas oprimidos por los imperialistas con el apoyo de los terratenientes y burgueses, construye una de las tareas más importantes de nuestros partidos.

La lucha por la libertad completa y verdadero de cada pueblo es la lucha por su derecho a disponer de sí mismo hasta la separación, es decir el derecho a organizar su propio Estado. Nosotros debemos en forma tenaz y paciente explicar a las masas indígenas que nuestros Partidos sostendrán por todos los * sus luchas por la emancipación completa por la formación de repúblicas de ellos mismos por la confiscación y restitución de las tierras que los fueron robadas.

El levantamiento de un pueblo contra otro la utilizaron de precios de raras y de tribus constituyen un * pedrosa en * de los imperialistas y sus agentes. El fascismo de toda una serie de repúblicas se apoyará en la lucha entre los distintos trabajadores de distintos pueblos. Estos hechos deben ser tenidos en cuenta por nuestros Partidos al realizar el trabajo entre los pueblos oprimidos.

La mejor prueba para un comunista de Bolivia, Perú, Ecuador, etc., será demostrar su capacidad de conseguir la confianza de las indígenas que constituyen una reserva revolucionaria inmensa en la lucha contra el feudalismo e imperialismo, por la dictadura democrática de los obreros y campesinos y que solo con el apoyo del proletariado pueden conducir una lucha victoriosa, pues solamente el proletariado — única clase que no se hasta sobre intereses nacionalistas — puede dirigir la lucha de los pueblos oprimidos y resolver en realidad el problema nacional. El P. Comunista Ruso, por primera vez en la historia, demostró en los hechos, cómo el proletariado puede crear sobre una nueva base, la unión libre de los pueblos, de qué manera se soluciona el problema nacional.

Para poder cumplir con las tareas que se plantean en este terreno, los partidos deben: 1) crear los cuadros capaces de trabajar entre los pueblos oprimidos y conquistar para el partido los mejores cuadros obreros y campesinos de dichos pueblos; 2) conducir un trabajo constante entre el proletariado de los pueblos oprimidos ligándolo estrechamente con el trabajo general del Partido; 3) explicar a las grandes masas de los pueblos oprimidos las reivindicaciones de los Partidos Comunistas, apoyando sus luchas, ligandolas con la lucha en cojunto de las masas obreras y campesinas.

LA POSICION DE LOS PARTIDOS FRENTE A LA PEQUENA BURGUESIA. —

Señalemos los principales errores cometidos por nuestros partidos en este sentido, hasta el presente:

  1. en una serie de países, nuestros partidos se encontraban en situación de dependencia completa de núcleos pequeño-burgueses (Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela); en otros buscaban adaptar su política a los planes y tácticas de grupos pequeño-burgueses (Brasil); y en casi todos los países se puede señalar una gran dependencia con respecto de la pequeña-burguesía y una ausencia de crítica y lucha contra la política, la táctica, e ideología de estos núcleos (Uruguay, etc.)
  2. En la subestimación del proceso de la diferenciación de la pequeño-burguesía en la incomprensión del hecho de que una parte de la pequeño-burguesía está ligada económicamente a las relaciones feudales y al aparato de dominación imperialista, constituyendo la base para la formación de los cuadros del fascismo, que parte de la misma está ligada con el capital comercial que se transforma en el proceso de agudización de la crisis y de la lucha de clases, de una fuerza nacional—revolucionaria en una fuerza nacional—reformista (tendencia del nacional— fascismo); y que  — por último — otra parte de la pequeño-burguesía se confunde cada vez más con la masa semi—proletaria.

Esta composición heterogena, y el desarrollo de la lucha de clases empuja a los nacional-revolucionarios hacia acuerdos con los liberales, hacia acuerdos abiertos y * con uno u otro imperialismo. Nuestros partidos, en su análisis de estos agrupamientos parten comúnmente del papel que desempeñaron en el periodo de los años 1029—1926 (luchas en Méjico, Brazil, Colombia, etc.) y no comprenden los desplazamientos sociales importantes que se produjeron en el proceso de la lucha de clases que se agudiza en el mundo entero. Nuestros partidos no comprenden la nueva posición de estos jefes no explican a las masas su pasaje al campo del nacional reformismo burgués.

Hay que considerar como uno de los errores más graves de nuestros partidos, la carencia de la lucha ideológica contra todas las teorías burguesas y contra la política equívoca de los jefes nacional—reformistas y, sobre todo, sus vacilaciones y oscilaciones en la cuestión de la revolución agraria (Brasil etc.)

Nuestros partidos podrían ser partidos *mente comunistas, partidos independientes de toda influencia, de la ideología y de la política del enemigo de clase, solamente luchando con todas sus fuerzas contra los jefes de la pequeño-burguesía revolucionaria, arrancando a las masas semi-proletarias, a las masas campesinas y a la pequeña burguesía revolucionaria de la influencia del nacional reformismo. Por otra parte, la falta de un trabajo sistemático entre las capas de nuestro partido, que agregado a la debilidad terla a la dirección revolucionaria del proletariado constituye una de las debilidades  más grandes de nuestro partido, que agregado de la debilidad del trabajo en la campana, permiten al nacional-reformismo conquistar gran influencia sobre las masas. E sus luchas contra los agrupamientos nacional reformistas, por la alianza revolucionaria de los obreros y campesinos, nuestros partidos deberían tener en cuenta:

1o. Que deben conservar completamente su independencia ideológica, de organización política, completa en todas las faces de la lucha revolucionaria.

2o. Esta independencia completa constituye UNA CONDICION PREVIA para cualquier * temporario que debe basarse sobre en programa concreto de lucha con agrupamientos revolucionarios de la pequeña burguesía. Además estos grupos deben ser verdaderamente revolucionarios, verdaderamente desligados de los grupos burgueses liberales y del imperialismo.

3o. Esos acuerdos deben ser sometidos al control de los trabajadores, obreros y campesinos; cada bloque secreto, personal, sin control de las masas, se transformará inevitablemente en una conspiración militar, dirigida, en fin de cuenta, por el imperialismo.

4o. Ningún acuerdo provisorio puede ser constituido, aunque sea por un solo dia, al precio del más mínimo debilitamiento de la crítica ideológica a esos grupos. En caso contrario, el partido será utilizado por la pequeño-burguesía, y la alianza, en lugar de fortalecer las fuerzas revolucionarias, se transformará en un apoyo para la burguesía y el imperialismo.

A estos grupos tambaleantes (Prestes, etc.) nuestros partidos deben, combatiendo du política entre las masas, plantear las siguientes condiciones:

  1. Ruptura completa con los liberales y el imperialismo;
  2. Lucha por la revolución agraria, contra el imperialismo.
  3. Armaniento de las masas obreras y campesinas, organizados en los Soviets y la  lucha revolucionaria de las vastas masas obreras y campesinas y no como un “pronunciamiento” militar. La lucha contra las condiciones semi feudales de trabajo, por la jornada 7 horas. En este caso,  de acuerdo provisorio con los grupos pequeño-burgueses revolucionarios todas las divergencias de programa y de táctica deben ser sometidos a la discusión  de las masas obreras y campesinas; el P.C. debe continuar la crítica sin debilidades, organizando el control por las masas obreras y campesinas de la alianza e intensificando así su lucha por la hegemonía en la revolución.

El ocultamiento de estas divergencias “en nombre de la paz” o para “no agravar las relaciones con vistas a un acuerdo completo”, significa, en realidad, renunciar a ser un partido independiente de clase. Tal espíritu de conciliación debe ser condenado categóricamente como un apoyo directo al enemigo de clase. Las lecciones de la revolución china, hindú, mejicana, las oscilaciones y el pasaje directo de los elementos nacional-- revolucionarios al servicio del imperialismo, en Brasil, Colombia, Venezuela, Chile, etc., confirman el hecho de que los bloques templarios, en las condiciones actuales, pueden ser de muy corta duración, dade la ruptura inevitable de los jefes pequeño-burgueses con el desarrollo de la revolución agraria y su pasaje al lado del imperialismo.

Nuestro partidos deben participar activamente en todos los movimientos de masas, cualquiera que te con todas sus reivindicaciones, consigas, proposiciones, desenmascarando los propósitos de clase de los jefes que utilizan el auge revolucionario de las masas para sus propios intereses.

El trabajo entre la pequeño-burguesía revolucionaria (empleados, estudiante, oficiales, pequeños negociantes, etc.) exige la creación de grupos especiales de compañeros que actúen bajo el control estricto del partido. Nuestros partidos, en esta tarea, no deben, en ningún caso, adaptar su programa político al al nivel de la pequeña—burguesía; por el contrario, deben elevar a estas masas a la concepción de los intereses de clase de todos los trabajadores. por otro lado las ligas anti-imperialistas y anti-fascistas deben transformarse en organizaciones amplias de masas obreros y campesinas que engloben a la parte revolucionaria de la pequeño-burguesía. Es necesario, que las ligas lamen, en la lucha también * *responden a los intereses de las masas pequeño-burguesas.

En estas tareas el partido debe tener en cuenta la experiencia del trabajo de las ligas hasta el presente, y orientar sus actividades según las siguientes consideraciones:

1o. La Liga-Anti--imperialista no debe transformarse, en ningún caso, en un partido pequeño-burgués independiente. Por eso el control y dirección de parte de nuestras fracciones debe ser fortalecido.

2o. No hacer combinaciones con los caudillos no "personajes" pequeño-burgueses y concentrar todos los esfuerzos en la organización de las grandes masas.

3o. Desenmascarar a los aliados y agentes encubiertos del imperialismo, que se cubren con frases izquierdistas; expulsarlos de las Ligas, con la intervención de las amplias masas obreras y campesinas.

4o. Realizar grandes campañas anti-imperialistas en las ciudades  y en el campo.

5o. Los partidos no deben ocultarse tras las ligas anti-imperialistas, anti-fascistas u otras organizaciones de masas, como el Procor, etc. y si, intervenir siempre como un partido proletario capaz de aplicar la línea clasista en todas las etapas de la lucha.

LOS METODOS DE TRABAJO DE LOS PARTIDOS. —

La orientación de los partidos hacia la lucha revolucionaria de las masas obreras y campesinas, bajo la dirección de los partidos, impone la revisión de todos los métodos de trabajo.

1o. La tarea de proletarización del partido y la creación de la dirección homogénea capaz de conducir la lucha de masas en today's last etapas de la revolución, necesita en viaje decisivo en todo el trabajo del partido; es necesario iniciar una campaña sistemática de reclutamiento entre los obreros de las grandes empresas, los frigoríficos, etc., etc. Los comités centrales deben previamente prepararla cuidosamente, dirigirla, analizar hasta la más mínima experiencia, criticar los errores, ligarlos con las tareas políticas que se plantean a cada partido. Para este trabajo hay que movilizar a todos los miembros del partido y el debe ser conducido bajo la consiga: "El Partido comunista es el único partido del proletariado".

En todos los países de América Latina los obreros demuestran, en la práctica, su simpatía por el movimiento comunista pero, al mismo tiempo, la dirección de la mayoría de los partidos de esos países (Colombia, Perú Ecuador, Bolivia, etc.) pretenden ocultar El nombre del partido, interviniendo, no como partidos de la clase obrera sino como partidos pequeños--burgueses populares de izquierda. Es necesario que nuestros partidos intervengan como partidos de la clase proletaria y al mismo tiempo como el partido dirigente de todos los oprimidos.

En las campañas de reclutamiento el partido debe subrayar con particular claridad su carácter de clase. Hay que hacer participar a los grupos fonemáticos en esas campañas es menester conducir entre la juventud trabajadora, y no sólo con las fuerzas de las Federaciones Juveniles Comunistas, sino con la ayuda activa de todo el partido. Para cada país hay que fijar la cantidad de obreros de las grandes empresas, la cantidad de jóvenes y mujeres, la cantidad de asalariados agrícolas que deben ser conquistados por el partido. En la realización de este trabajo los partidos no deben ir hacia la línea de memory resistencia; es necesario combative organizadamente a los reformistas que conducen una campaña sistemática por la conquista de los obreros del transporte y de otros puntos estratégicos en interés exclusivo del imperialismo.

Las campañas de reclutamiento deben orientarse hacia los obreros de transporte, de las grandes empresas, de los latifundios, y en ellas, los consignas parciales económicas inmediatas, deben ligarse con el conjunto de las tareas revolucionarias del partido.

2o. La evolución del nivel ideológico y político de los partidos y la creación de los cuadros, impone a los mismos las siguientes tareas:

a) El control del partido sobre la prensa la organización sistemática de la capacitación política (escuelas centrales, regionales, de barrio, de círculos, etc.) Toda la capacitación del partido debe orientarse, hacia el abondamiento teórico de las tareas prácticas de combate, hacia el estudio del movimiento revolucionario internacional y de la América Latina. La indiferencia completa de la dirección de nuestros partidos por las cuestiones teóricas, conduce a situaciones en que, intelectuales aislados, imbuidos de ciencia burguesa (Kant, Contru, Spencer, etc.) conducen a los partidos por el camino de la política anti-proletaria.

b) La concentración de todo el trabajo hacia las tareas más fundamentales el partido, la superación del concepto mecánico y burocrático del trabajo del partido.

c) La introducción sistemática y audaz de nuevos elementos en la dirección (Comité Central, Comité Regional, etc.) particularmente de los obreros de grandes fábricas, de los jóvenes, de las mujeres y de los asalariados agrícolas, controlando sistemáticamente la aplicación de estas medidas y defendiéndola con toda energía.

d) En la discusión de las cuestiones políticas importantes, hacer participar a los miembros más activos del partido sin tener en cuenta formalmente la pertenencia de ellos otros órganos del partido.

3o. — La lucha por los Partidos Comunistas, impone la condenación categórica de todas

las tentativas de quererlos ocultar ante las masas, tentativas que deben combatirse como un apoyo directo al enemigo de clase. Los compañeros deben aprender, aun en la ilegalidad completa, a intervenir entre las masas como comunistas. En el terreno del trabajo de masas, particularmente en el sindical, se necesita buscar nuevos métodos para establecer la ligazón con las empresas. Las demostraciones y conferencias no dan todavía posibilidades de acercarse individualmente a los obreros, ligarse con ellos, crear los delegados en las fábricas y usinas, crear los activistas de las faricas. Es necesario organizar metódicamente, la lucha por empresas determinadas, enviando delegaciones obreras, estableciendo lazos personales, mandando brigadas de jóvenes obreros, etc. Los concejales y diputados comunistas deben rendir informes periódicos ante los obreros de las usinas, ligando su trabajo con las grandes cuestiones del momento. Es indispensable penetrar en determinadas empresas cuando existen fracciones comunistas en los sindicatos, creando en ellas las células correspondientes.

Por intermedio del semi-proletariado ligado con el campo, es preciso establecer la ligazón con las aldeas, organizando en ellas campañas para la creación de Comités de campesinos pobres. El trabajo de preparación de las conferencias de asalariados agrícolas, debe hacerse en forma sistemática, intentando utilizarlas para establecer el contacto entre la masa obrera y campesina. Es preciso desenmascarar a los grupos “democráticos” que tienen ciertas raíces en el campo, y al mismo tiempo denunciar las oscilaciones de la pequeño burguesía que pretendiendo la dirección del movimiento representan el peligro de la derrota de la revolución agraria (Prest*.). Nuestras organizaciones deben utilizar la tribuna de los congresos y conferencias campesinas organizados por cualquier partido político, aun por los clericales, para desenmascararlos y desagregarlos para organizar nuestros grupos, para sostener nuestra propaganda en el campo. Entre determinadas empresas y entre empresas y latifundios, es necesario * pactos de solidaridad estableciendo un programa común de lucha. Nuestras células deben controlar la realización de *pactos, deben participar en la forma más activa para el mantenimiento de la ligazón entre las empresas, haciendo participar * * los obreros del transporte.

La cuestión de la literatura de masas para los campesinos y particularmente las ediciones adaptativas para los analfabetos y semi-analfabetos, es * * para la mayoría de nuestros partidos.

El trabajo de la Liga Anti-Imperialista impone una atención seria de pa* de nuestros partidos; las Ligas deben ser los órganos de propaganda * masas que engloben a las vastas masas revolucionarias. La tarea de las fracciones comunistas de las Ligas, es darle orientación política, intentando abarcar a los elementos revolucionarios de la pequeño-burguesía, * el centro del trabajo hacia la acción de masas, luchando contra la tentativa de ciertos grupos de utilizar las Ligas para después pasar con más * al campo del imperialismo. Particularmente, la Liga * hacia las masas inmigrantes que simpatizan con la U. Sovietica, creando la ligazón entre ellas, facilitando el trabajo de los sindicatos revolucionarios y del Partido.

Es necesario llamar la atención de todos los partidos sobre la agudización de la lucha de

clases en el mundo entero; sobre la aproximación del * guerrera sobre todo contra la Unión Soviética, país que realiza el Socialismo, mostrando que en esta lucha no existirá ningún país neutral.

El aumento de la importancia de la América latina y su dependencia cada vez mayor del imperialismo, sobre todo del imperialismo yanqui la transforma en un factor importante de la lucha de clases.

El proletariado, las grandes masas de trabajadores * latina, deben ser por eso movili* la lucha por la defensa del primer Estado Proletario.

La * * crisis en los Estados Unidos * plantea a los P.C. de varios países (Brasil, Chile, Colombia, Venezuela,) la tarea inmediata de organizar y dirigir las luchas crecientemente agravadas de las masas obreras y campesinas con vistas al poder obrero y campesino. Todo el trabajo de los otros partidos comunistas debe concentrarse en la organización de la lucha en su país respectivo, y al apoyo y ayuda por todos los medios, de la lucha revolucionaria que se desencadena especialmente en Brasil. Cada partido debe considerarse como una parte de un único partido comunista latino-americano en la lucha por la Unión de las Repúblicas obreras y Campesinas de la América latina. En toda esta lucha del periodo próximo, hay que concentrar la atención de nuestros partidos sobre las tres tareas fundamentales siguientes:

1o. — Fortalecimiento de los partidos comunistas como partidos proletarios independientes de la ideología política y de la táctica de la pequeño burguesía y de sus agrupaciones democrático-liberales.

2o. — Establecimiento de una ligazón estrecha con los trabajadores de las empresas imperialistas, con los obreros del transporte, etc., por la ampliación de la base de las luchas económicas y su transformación en luchas de masas por el poder obrero y campesino.

3o. — Por la organización de la revolución agraria en el campo, creando una ligazón estrecha de los asalariados agrícolas, organizados en sus organizaciones clasistas independientes, con toda la masa del proletariado agrícola, asegurando al mismo tiempo, la alianza revolucionaria entre el proletariado y las masas campesinas.

La realización de sus tareas y la lucha contra el imperialismo, exige una ligazón mas estrecha y permanente del movimiento comunista latino-americano con los P. P. C. C. de Estados Unidos y de Gran Bretaña.

Asimismo la formación y consolidación de P. C. en Perú, Bolivia y Paraguay es una de las tareas inmediatas más importantes.

Las dificultades de realización de estas tareas que se plantean ante nuestros partidos de la América latina, son aligeradas por las victorias gigantescas del proletariado de la U. Soviética, por el desarrollo del movimiento revolucionario en América latina, simultáneamente en las ciudades y en el campo.

Los partidos deberán luchar por la dirección de la revolución agraria, tomando participación más activa en cada movimiento de masas, cualquiera sea la fuerza dirigente, (el clero, los liberales, los demócratas, los socialistas, o los anarquistas).

Pero en todas las etapas de la lucha los Partidos defenderán los intereses de su propia clase, lanzando sus propias reivindicaciones, defendiendo su propia táctica, desenmascarando sin piedad al enemigo capitalista, cualquiera sea la máscara con que interviene.

En este camino, sin atemorizarse por la reacción, luchando por la legalidad con el apoyo de la grandes masas, estableciendo ligazones con las fabricas, latifundios y “fazendas”, aún en situación ilegal, los Partidos podrán, realmente, poseer la hegemonía del movimiento revolucionario en América latina.


| El movimiento revolucionario latino americano | Marc Becker's Home Page | marc@yachana.org |