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El movimiento revolucionario latino americano 

 

Carta de la I.C. al Partido Socialista Revolucionario de Colombia

Fuente: El Presidium de la I.C., "Carta de la I.C. al Partido Socialista Revolucionario de Colombia", La Correspondencia Sudamericana 2 época, no. 12, 13, y 14 (mayo 1929): 64–74.

Carta de la I. C. al Partido Socialista Revolucionario de Colombia

Consideramos oportuno y útil publicar la carta que la Internacional Comunista diriió al Partido Socialista Revolucionario de Colombia, en el mes de febrero último, por cuanto en ella se tratan problemas de táctica que interesan a nuestro congreso y que contribuirán al estudio de los mismos.

Moscú, febrero de 1929—Queridos camaradas: Hemos recibido vuestro informe sobre la gran huelga de las plantaciones bananeras.

Vuestra carta nos prueba que la experiencia que acaba de hacer el proletariado colombiano y su partido de clase en la huelga de las plantaciones de bananas, si bien dura y penosa y costando grandes sacrificios, ha contribuido, sin embargo, a educar y orientar al partido hacia una política más justa, capaz de remediar sus insuficiencias y sus faltas, y de preparar nuevas batallas de clase con más probabilidades de éxito.

Se trata para el partido,--para la dirección en primer término, pero también y sobre todo para el conjunto de obreros que los siguen--, de extraer de la huelga de las plantaciones de bananas todas las enseñanzas que ella comporta para la organización, la acción y la educación comunistas del proletariado colombiano y de su partido.

1.— La primera enseñanza, cuya importancia ya señala vuestra carta, es que el Partido debe aprender a hacer un análisis de la situación objetiva, de las fuerzas del proletariado, de su voluntad de lucha y de su organización; de las fuerzas de la burguesía, de la mentalidad de los soldados, etc., basado en un estudio de los hechos y de las cifras, hecho con sangre fría. El Partido se ha dejado guiar hasta el presente sobre todo por impresiones sentimentales, por el entusiasmo de los trabajadores en nuestros mítines, por la simpatía de las masas obreras hacia el socialismo y la revolución, en general. Pero el Partido no ha organizado sólidamente esta influencia creando sindicatos de masas, ligas campesinas, organizando el Partido mismo como lo debe estar un verdadero Partido Comunista.

Colombia sufrió desde el principio del siglo XX y más particularmente desde el fin de la guerra mundial, una completa transformación en su estructura económica y, en consecuencia, una conmoción profunda de todas sus relaciones sociales.

Pasa rápidamente de un régimen de producción agrícola semi-feudal, casi esclavis, a una forma de producción capitalista moderna estrechamente incorporada al sistema del imperialismo más desarrollado. De esta manera, Colombia presenta toda una serie de sistemas económicos superpuestos que van de la "trata de indios" a la empresa moderna racionalizada, sistemas que se penetran, se combinan, se combaten y están en continua evolución. Colombia ha iniciado la explotación de las grandes riquezas de su subsuelo y en particular de sus grandes reservas de petróleo. El desarrollo rápido de la producción industrial, que fué su consecuencia, ha necesitado un desarrollo correspondiente de la vís de comunicación y la ejecución febril y rápida de grandes trabajos públicos: puertos, ferrocarriles, caminos, etc.

Pero este incremento rápido de la producción industrial no es debido al desarrollo de la acumulación del capital y de la riqueza nacional, es provocado desde el exterior por la importación del capital financiero yanqui en vista de la explotación de las riquezas naturales del país. La economía del país y su desarrollo industrial ulterior dependen casi enteramente del capital financiero yanqui. La exportación del café, que constituye todavía el 75 % de la exportación total del país y la base de su economía, es absorbida en su 80 % por el mercado norteamericano que fija sus precios. La producción y la venta del petróleo y de las bananas que son los productos que con el café desempeñan el papel más importante en la exportación del país, está monopolizada por las compañías yanquis. Los grandes trabajos públicos no han podido ser comenzados sino por los empréstitos concedidos por los Estados Unidos, y no podrán ser terminados sino mediante la ayuda de nuevos empréstitos de los financistas de Nueva York.

De esta manera, toda la vida económica del país, y por consecuencia la vida política, está dominada por el imperialismo yanqui.

Para él, Colombia no es solamente un país cuyo subsuelo es extremadamente rico, sino constituye todavía una posición estratégica de las más importantes en el mar Caribe, próxima al Canal de Panamá, ofreciendo de más en más, como Nicaragua, la posibilidad de crear un nuevo canal del Atlántico al Pacifico.

El desarrollo industrial del país refuerza, pues su dependencia económica-política y su cololinazión por el imperialismo yanqui. El imperialismo británico ha comprendido toda la importancia de esta posición y se esfuerza en utilizar la aprensión de Colombia frente a la penetración yanqui y la resistencia de las masas a la expoliación del país por el imperialismo norteamericano. El coronel Yates, después Sir Arnold Wilson, Representantes de la Anglo Persian Oil Co. y, oficiosamente, del gobierno británico, se esforzaron por obtener la concesión petrolífera de Uraba, cuya importancia consiste menos en su riqueza petrolífera que en su situación estratégica colindante con Panamá, en la región precisa donde existen posibilidades de construir el nuevo Canal. Colombia se ha convertido, pues, en el campo de batalla del imperialismo inglés y del imperialismo yanqui, no solamente por la posesión del petróleo colombiano sino por la hegemonía en América Central y en América latina en general. Pero en esta lucha, que es un episodio de la lucha formidable de los dos imperialismos más pujantes, por la hegemonía en el mundo entero, las posiciones adquiridas por el imperialismo yanqui en la vida económica del país son tales que posee medios de presión y de corrupción terribles contra el gobierno colombiano para obligarlo a capitular siempre ventajosamente.

Sería un gran error creer que Colombia podrá salvarse de la colonización yanqui librándose a la explotación del imperialismo inglés. Este pensamiento, que es el de ciertos pequeños burgueses liberales, de los agentes y de los diarios subvencionados por el gobierno inglés, es absolutamente falso e ilusorio. El pueblo trabajador de Colombia no se liberará sino mediante una lucha revolucionaria contra todos los imperialistas, creando un gobierno obrero y campesino y ligando su lucha emancipadora a la de todos los otros países de Amé rica latina, explotados por los imperialistas yanquis e ingleses.

El desarrollo industrial del país y la penetración rápida del imperialismo ha provocado un sacudimiento en las relaciones sociales en la situación respectiva y en las relaciones de las diversas clases sociales. El proletariado ha nacido y se desarrolla como una clase independiente. Para atraer la mano de obra a las empresas se han aumentado los salarios, pero el costo de la vida ha sufrido también un fuerte aumento. Los grandes latifundistas para evitar el éxodo de la mano de obra rural hacia las empresas extranjeras y los trabajos públicos que ofrecen salarios superiores, han aprovechado viejos contratos ligando al campesino y al obrero agrícola a sus plantaciones por largos años. Los campesinos son literalmente constreñidos a trabajar en las plantaciones de los grandes propietarios de tierra que fueron obligados a elevar los salarios de los obreros agrícolas, en momentos en que el precio del café tenía tendencia hacia la baja sobre el mercado norteamericano.

La lucha de los campesinos y de los obreros agrícolas contra los contratos que los ataban a los propietarios latifundistas y para ir a trabajar como asalariados en la industria se desarrolla el encarecimiento constante de la vida, de los obreros, empujan a la clase trabajadora a reivindicar más altos salarios y leyes de protección del trabajo, tanto que la lucha de clases nace y se desarrolla violentamente.

El desarrollo industrial, la penetración del mercado colombiano por los productos manufacturados del imperialismo, la extensión de los “Comisariados” en las empresas yanquis amenazan con la ruina a la gran masa de la pequeña burguesía urbana, a los artesanos y a los pequeños burguesía comerciantes. La dependencia absoluta de los pequeños productores de bananas a la United Fruit Co. para la irrigación de sus tierras y la colocación de sus productos, la dependencia de los pequeños productores del café a los especuladores a los usureros y exportadores extranjeros y a los terratenientes para mejorar los cultivos y colocar el producto, provocan también el descontento de vastas capas de los pequeña burguesía rural.

Esta pauperización y esta dependencia creciente de la pequeña burguesía urbana y rural explican su orientación netamente antiimperialista, su simpatía y su apoyo a los movimientos huelguísticos del proletariado y también la fraseología y las actitudes revolucionarias de los jefes liberales de izquierda que representan esa masa pequeño burguesa, y que se esfuerzan por explotar el sentimiento revolucionario de las masas en el sentido de sus interés políticos. Ello explica también sus ilusiones concernientes a la ayuda posible del imperialismo británico para salvarla de su pauperización y de su proletarización crecientes.

Así, el desarrollo casi unilateral de las fuerzas productivas del país, conmoviendo las relaciones económicas y sociales, crea el proletariado, su concentración, su conciencia de clase; sometiendo la totalidad del país a la explotación creciente y al colonización del imperialismo yanqui, provoca una situación de las más inestables y señala las perspectivas de próximas crisis en las que la gran masa de los campesinos y de la pequeña burguesía podrá entrar en juego al lado del proletariado y bajo su dirección. Toda la economía del país está a la merced de un aumento o de un descenso de los precios del café, a la merced de la Bolsa de Nueva York. Esta amenaza de crisis en la venta del café se agrava por la creación en las colonias africanas de vastas plantaciones de café, que por los modernos procedimientos intensivos de cultivo producirán a menos precio que los cultivos colombianos que emplean procedimientos arcaicos de cultivo extensivo, cuya transformación es imposible por el régimen dominante de los grande terratenientes (los empréstitos han endeudado al país y el servicio de la deuda va a pesar cada vez más sobre el presupuesto y sobre el régimen de impuestos; la balanza comercial es actualmente pasiva, el presupuesta está en déficit. Los capitales obtenidos han sido dilapidados, en parte por una burocracia gubernamental voraz e incapaz, en parte invertidos en los trabajos públicos, la mayor de las veces improductivos. Nuevos empréstitos son necesarios para terminar los trabajos comenzados. Después de la no ratificación de la concesión del Uraba por el parlamento, la declaración de caducidad de la concesión Barco, la protesta del gobierno americano y el nuevo proyecto de ley sobre el petróleo, la cuestión petrolífera constituye el eje de la situación colombiana. La presión del imperialismo yanqui para obtener las concesiones petrolíferas más importantes se acrecentará y no retrocederá ante nada, mismo frente a la creación de la República de Zulia reeditando el golpe de 1903 con Panamá.

El imperialismo yanqui y el británico desarrollan la inestabilidad política en el interior, creándose, por la corrupción una clientela de politiqueros defensores de sus intereses en el parlamento en los tribunales y en el gobierno mismo; las luchas que ellos avivan cuidadosamente pueden dar un fácil motivo de intervención si “perturban” la estabilidad del país.

El movimiento antiimperialista crecerá, pues, y englobará a la masa de obreros, campesinos y pequeños burgueses rurales y urbanos contra las compañía extranjeras y contra los grandes terratenientes y su gobierno. De más en más, los grandes terratenientes colombianos, asustados por la baja do los precios del café, resistirán a las reivindicaciones obreras, mientras que la vida continuará encareciéndose, encarecimiento agravado por los impuestos resultantes del déficit arrojado por el presupuesto y del pago del servicio de la deuda pública que cae sobre las espaldas de los consumidores. La lucha de clases, entonces se desarrollará: la lucha de los obreros agrícolas y de los campesinos sin tierra contra los latifundistas; de los obreros contra las compañías extranjeras e indígenas; de la pequeña burguesía arruinada que, aunque casi siempre vacilante, podrá ser una aliada del proletariado y de los campesinos en su lucha contra el imperialismo. La huelga de las plantaciones de bananas ha demostrado que ese movimiento puede tomar, en la situación inestable y de crisis latente actual, el carácter de una lucha revolucionaria de masas.

Dependerá del Partido Socialista Revolucionario, de su capacidad para atraerse las masas y organizarlas, que esta acción de las masas trabajadoras y explotadas de Colombia contra el imperialismo, los grandes terratenientes, el régimen conservador y clerical, se desarrolle bajo la acción del proletariado y de su Partido y no bajo la dirección de los jefes de la pequeña burguesía.

Existen, pues, en Colombia todos los signos de una crisis económica, financiera y política próxima. Pero este malestar, precursor de una crisis más profunda no es todavía la prueba de una situación revolucionaria aguda o inmediatamente prerrevolucionaria. Para que la crisis se desarrolle en una situación revolucionaria aguda, es necesario que ella conmueva y disgregue el Estado de los grandes terratenientes ligados al imperialismo, su aparato de represión y en particular, su ejército; que ella trastorne más profundamente todavía, todas las relaciones sociales existentes. Es preciso que la crisis provoque no solamente en la clase obrera, sino también en las masas campesinas y en las capas importantes de la pequeña burguesía, una voluntad de lucha revolucionaria contra el imperialismo y los grandes terratenientes; es necesario todavía que el Partido del proletariado canalice ese descontento y esa voluntad de lucha de las masas, que él los organice bajo su influencia gracias al desenvolvimiento y a la fuerza de sus propias organizaciones y de sus órganos de masas que están bajo su influencia o que se esfuerza por conquistarla.

Es útil recordar aquí los tres principales síntomas por los cuales Lenin caracterizó una situación revolucionaria.

1.) La imposibilidad para las clases dominantes de mantener integralmente su dominación; una crisis de los medios dirigentes, crisis política de la clase que ejerce el poder, produce un defecto en la cual penetra el descontento y la indignación de las clases oprimidas. Para que una revolución tenga lugar, es en general insuficiente que no se acepte sólo abajo, sino que también sea imposible en lo alto vivir como en el pasado.

2.) La agravación anormal de las privaciones y de los sufrimientos de las clases oprimidas.

3.) El aumento sensible, en razón de lo que precede, de la actividad de las masas que, "en tiempo de paz'', se dejan pasivamente robar, pero, en tiempo de tempestad son excitados por toda la crisis y también por los “dirigentes" a tomar la iniciativa de una acción independiente.

Y Lenín agrego, después de haber caracterizado así una situación objetivamente revolucionaria:

"Toda situación revolucionaria no engendra necesariamente una revolución porque ésta no se cumple más que cuando se agrega a los factores enumerados, el factor subjetivo, es decir la actitud de la clase revolucionaria a la acción revolucionaria de las masas bastante fuerte para derrumbar el antiguo gobierno que, mismo en época de crisis, no “caerá si no se lo hace caer.”

Lenín, hablando de la victoria del Partido Bolchevique en octubre de 1917, estableció res condiciones para obtener la victoria del Partido y del proletariado en la revolución: a) tener aplastante mayoría entre el proletariado; b) la mitad al menos del ejército conquistado para la revolución; c) la certeza de tener un punto decisivo, en el instante preciso, es decir en las capitales y en los frentes cercanos a los centro, una superioridad aplastante. Además, agrega Lenín, los bolcheviques deben saber poner de su lado la mayoría de las masas laboriosas no proletarias.

Estas citas os demuestran mejor que todo otro razonamiento cuáles condiciones objetivas y subjetivas deben cumplirse para que un movimiento revolucionario pueda estallar con probabilidades de éxito. Naturalmente, cuando Lenín habla de la mayoría del proletariado, del ejército, de las masas laboriosas, no entiende que el Partido tenga burocráticamente organizada y catalogada esta mayoría, sino que por influjo de la situación revolucionaria objetivo y de la acción del Partido, la gran masa y no una minoría solamente, del proletariado y de los trabajadores en general, estén decididas a la lucha revolucionaria por el poder.

Vosotros reconocéis, sin embargo, que os habéis equivocado en la apreciación de la situación en Colombia y tenéis razón. Esto debe conduciros a un método de trabajo diferente, más marxista, para apreciar la situación y las relaciones de las fuerzas en presencia. Es necesario romper con las tradiciones y los métodos de los jefes de la pequeña burguesía liberal La lucha de clases proletaria reclama un examen más profundo y más exacto de la situación; un examen realizado desde un punto de vista y con métodos absolutamente diferentes. Vuestra carta nos demuestra que así lo habéis comprendido y es un gran paso adelante; es necesario hacer un esfuerzo de educación para que el conjunto del Partido y la más grande parte de la masa obrera lo comprendan también. Naturalmente, será falso caer en el extremo opuesto y concluir del inexacto análisis del pasado, que el proletariado y los campesinos de Colombia son pasivos, que la huelga en las plantaciones de bananas ha sido aplastada por una fuerza contra la cual no es posible luchar y que la clase obrera entra en un estado de depresión, que es incapaz de realizar un acto de solidaridad y de luchar, etc. ... La lucha heroica y encarnizada de los obreros de las plantaciones de bananas ha demostrado la extraordinaria combatividad revolucionaria y el espíritu de sacrificio y de lucha de clases de los trabajadores colombianos. Si la solidaridad del resto del proletariado del país no se ha manifestado al instante, si la disgregación del ejército no se ha producido espontáneamente, la causa debe ser buscada en el hecho que no existe todavía en Colombia un Partido Comunista fuertemente organizado y disciplinado, sindicatos de masas y que la preparación de la lucha, la organización de la solidaridad y la descomposición de ejército fueron insuficientes o no existieron antes del estallido de la huelga, y que tales actos no se improvisan en algunos días. Toda la situación que nosotros hemos rápidamente analizado, prueba que son inevitables nuevos y grandes combates de clase. El proletariado colombiano que tiene ya en su haber luchas heroicas, se lanzará con todo su entusiasmo revolucionario y su espíritu de sacrificio. El rol del Partido es de preparar mejor esas luchas, de coordinarlas para asegurar la victoria.

2.- La enseñanza primordial y esencial que es necesario extraer, no es pues un pesimismo derrotista sobre el estado de espíritu de las masas, sino lo que vosotros mismos habéis subrayado en vuestra carta: es preciso organizar.

a) Organizar el Partido como un Partido de clase y absolutamente independiente y distinto de los demás por toda su ideología, su programa, sus métodos de lucha, en todo el país. Hasta el presente, el Partido está compuesto solamente por cuadros de hombres de confianza en las diversas regiones, alrededor de los cuáles se agrupan las simpatías de las masas obreras y campesinas. La simpatía de las masas es efectivamente un factor excelente y absolutamente necesario pero vosotros debéis aprovechar esta simpatía de las masas para hacer de vuestro Partido un Partido de masas. Es preciso que los obreros y los campesinos pobres más activos, los más consagrados, los más revolucionarios entren y se organicen en el Partido. Es necesario romper con los métodos de organización del pasado y crear, sobre la base de las decisiones de nuestros Congresos y de nuestras Conferencias de Organización, una red de organización del Partido al cual adhieran los obreros: células de empresas, organizaciones locales. Es preciso establecer el sistema de cotizaciones regulares para cada adherente, cotización mínima para no hacer de esta cuestión un obstáculo a la organización; pues sin estos métodos vosotros no conoceréis jamás las fuerzas reales del Partido, no tendréis jamás un verdadero Partido, sin contar que sin los recursos regulares provenientes de las cotizaciones, colectas, venta de periódicos, etc., el Partido no puede trabajar. Es necesario que cada miembro del Partido tenga un trabajo determinado, trabajo de organización, sindical, agitación y propaganda, trabajo en el ejército, venta del periódico, colectas para el Partido, etc.

Es necesario crear un órgano central hebdomadario del Partido, controlado y dirigido por el Comité Central, con corresponsales en todos los rincones del país, en todas las grandes empresas, con una página sindical. Debe ser un periódico de propaganda y de agitación vendido y distribuido por todas las organizaciones del Partido, para que llegue a ser el órgano de combate de las masas obreras y campesinas.

Es necesario establecer relaciones regulares entre el Comité Central y las organizaciones provinciales. La experiencia de la huelga en las plantaciones de bananas ha demostrado la insuficiencia muy peligrosa de esas relaciones; ampliar el Comité Central por los mejores militantes de provincias, en particular por los representantes de las regiones industriales más importantes desde el punto de vista de la economía del país: región de las plantaciones de bananas, región petrolífera, minas, transportes, región de Magdalena y de los ferrocarriles, puertos, obras públicas, etc. a fin de que el Comité Central sea un órgano verdaderamente proletario ligado a las regiones más importantes. Es preciso tender a que el Comité Central sea constituido por una mayoría de obreros para dar y mantener al Partido su necesario carácter proletario.

Solamente entonces vosotros sabréis por adelantado cuándo se prepara un movimiento de huelga y vosotros podréis prever y organizar la solidaridad prepara la masa obrera a la acción por el Partido y toda su red de organización, por su periódico, etc. Pero es preciso que el Partido, férreamente organizado sea proletario, no solamente en su composición social, sino también en toda su ideología en toda su mentalidad de clase. Las tradiciones del liberalismo pequeño burgués son todavía fuertes porque el Partido está formado de camaradas y sostenido por masas que evolucionan del liberalismo al socialismo por el cambio de su posición social, pero que tienen todavía una gran confusión de pensamiento. El pensamiento, la acción y el programa del Partido debe diferenciarse absolutamente del liberalismo moribundo y de su lirismo revolucionario de palabras y transformarse en netamente revolucionario, comunista.

b) Organizar los sindicatos con cotizaciones regulares de inscriptos, como una organización distinta del Partido agrupando las grandes masas de obreros, obreros agrícolas y empleadas sobre la base de la lucha de clases para sus reivindicaciones económicas.

Es preciso establecer un programa de reivindicaciones inmediatas para los obreros de todas las ramas de la industria y desarrollar la propaganda y la agitación de estas reivindicaciones ligándolas a nuestros objetivos revolucionarios finales.

La Internacional Sindical Roja, por una serie de cartas y de resoluciones especiales, os ha indicado de qué manera este trabajo debe ser efectuado. Es por esto que nosotros no insistimos sobre estos detalles. Importa que separando orgánicamente el movimiento sindical del Partido, que los miembros del Partido sean los organizadores y queden como los militantes más activos del movimiento sindical y que por su actividad y su consagración conquisten la dirección. El Partido debe controlar y dirigir el trabajo de los comunistas en los sindicatos y también, por intermedio de sus fracciones, esforzarse por dirigir el movimiento sindical.

c) Organizar una Liga Campesina Nacional agrupando en una organización especial la masa de los campesinos pobres, de los medieros, de los colonos explotados por los grandes terratenientes y las compañías extranjeras, sobre un programa claro y preciso de reivindicaciones defendiendo sus intereses. Vosotros mismos habéis destacado con razón la necesidad de buscar el apoyo de los campesinos después de la huelga en las plantaciones de bananas. Esto sería fácil si los campesinos están organizados en ligas de campesinos en estrecho contacto con los sindicatos de obreros agrícolas para la lucha común contra la opresión de los grandes terratenientes y la explotación de las compañías yanquis, para mejorar su vida miserable, romper los contratos de servidumbre, sacudir el yugo de los grandes terratenientes, expropiarlos, confiscar sus tierras y repartirlas entre los que la trabajan.

El hecho que la masa obrera de Colombia, relativamente joven, vive en su inmensa mayoría de la campaña y ha conservado con la masa de campesinos y obreros agrícolas lazos múltiples, facilita la penetración de la agitación del Partido en la campaña y la organización de Ligas de Campesinos.

d) Organizar la Liga Anti-Imperialista. La penetración del imperialismo yanqui en América Latina se efectúa con gran rapidez. Como lo dejamos dicho más arriba, Colombia es uno de los países más sometidos a la penetración y explotación del imperialismo. La Standard Oil se esfuerza por acaparar las riquezas petrolíferas; la United Fruit Co. monopoliza la producción y exportación de bananas, el Estado Colombiano endeudado es más y más dependiente de Wall Street. El imperialismo yanqui que ha quitado Panamá a Colombia, proyecta separar la parte oriental para hacer una república “independiente” bajo su control. Esta penetración activa y esta explotación sin cesar creciente, provoca un vasto movimiento contra el imperialismo, particularmente contra el imperialismo yanqui, englobando no solamente la clase obrera y las masas de campesinos más directamente explotados, sin también amplias capas de la pequeña burguesía de las ciudades, los intelectuales, los estudiantes, los pequeños artesanos y los pequeños comerciantes, etc. La tarea del Partido es de organizar este movimiento en la “Sección Colombiana de la Liga Anti-Imperialista” a la cuál las organizaciones obreras y campesinas deben adherir lo mismo que los elementos de la pequeña burguesía que quieran luchar contra el imperialismo por la acción revolucionaria de las masas. Pero las organizaciones obreras deben ser la espina dorsal de la Liga que debe transformarse en uno de los medios por el cual el proletariado arrastra a la pequeña burguesía a la acción revolucionaria contra el imperialismo.

e) Organizar la Juventud Comunista. Pensamos que debe ser una tarea inmediata la creación de la Juventud Comunista, en vista de la constitución de una Federación Nacional. La creación del movimiento de la Juventud Comunista no tendrá solamente como resultado de ampliar y reforzar la red de nuestras organizaciones pero será también muy importante en vuestro trabajo para la organización de un verdadero Partido Comunista en Colombia. Los jóvenes trabajadores que vosotros podéis agrupar en las organizaciones de los jóvenes comunistas serán fácilmente accesibles a nuestra ideología y constituirán, como lo demuestra toda la vida de la Internacional Juvenil Comunista, una fuerza activa y sana al lado del Partido y abajo su dirección, una ayuda seria para todo su trabajo.

Para constituir un movimiento de los Jóvenes Comunistas, os aconsejamos buscarlo sobre los jóvenes sindicados de los cuales los más activos deberán constituir el núcleo. La experiencia del movimiento de los Jóvenes Comunistas en toda América Latina nos demuestra que es este el mejor medio para obtener buen resultado en este dominio y que para organizar los Jóvenes Comunistas no debemos basarnos en primer lugar sobre las organizaciones pequeño burguesas, de estudiantes, etc. Para comenzar este trabajo, será necesario que encomendéis, del centro a la base, camaradas adultos o de jóvenes que eventualmente sean miembros del Partido, de organizar las células de jóvenes comunistas.

No hablamos ahora de la organización de las mujeres, del movimiento cooperativo y deportivo, del Socorro Rojo Internacional, etc. Estas tareas de organización muy importantes no pueden ser abordadas simultáneamente sin hacer correr al Partido el riesgo de frustrar su trabajo esencial de organización de las Ligas de Campesinos, de la Liga Anti-Imperialista y de los Jóvenes. La buena organización del Partido y de los sindicatos será la base para desarrollar todas las otras organizaciones paralelas.

Este trabajo es tan urgente que el gobierno ha hecho votar una ley de represión y que tenderá de más en más a colocar al Partido fuera de la legalidad.

Si el Partido no está férreamente organizado, ligado a la masa obrera y campesina por miles de medios, el gobierno logrará reducirlo a la ilegalidad y a aniquilar su influencia sobre la masa. Debéis, pues, obrar con rapidez. Naturalmente, no puede ser cuestión para el Partido de someterse a la legalidad burguesa. Continuará viviendo y luchará a pesar de la ley y los actos de represión, pero la resistencia a una tal ley es una cuestión de fuerza. Cuanto mejor estemos organizados y mayor número de la clase obrera y campesina luchen bajo nuestra influencia, menor será la probabilidad gubernamental para batirnos.

El Partido, realizando sus esfuerzos de organización y utilizando por su acción todas las posibilidades legales, debe plantearse el problema de su funcionamiento ilegal y tomar todas las medidas prácticas para asegurarla en caso de necesidad.

3) La experiencia que vosotros habéis extraído durante la huelga en las plantaciones de bananas, demuestra la necesidad del trabajo sistemático en el ejército. Conquistar la simpatía de los soldados es una condición del éxito para las luchas de las clases obrera y campesina. Esto es relativamente fácil en Colombia, puesto que el ejército es formado en su gran mayoría por campesinos y obreros cuyos intereses son los mismos que los del proletariado y de los campesinos en lucha. Pero el Partido debe también plantearse las reivindicaciones especiales para los soldados y ligar en todas las luchas las reivindicaciones de los soldados con las de los obreros y campesinos.

Esta simpatía, que debe traducirse por la negación de tirar sobre los huelguistas, por la fraternización con ellos y por el pasaje abierto para luchar contra la policía y los oficiales colombianos al servicio del imperialismo yanqui y de los grandes terratenientes, no se improvisa y raramente se manifiesta en forma espontánea; un trabajo previo, paciente, y sistemático, de disgregación del ejército, es absolutamente necesario. Es preciso establecer ligazón entre los soldados miembros de las Juventudes Comunistas y del Partido y los simpatizantes, para crear grupos en el ejército, y allí desarrollar una agitación. Cada Partido Comunista debe hacer sus propias experiencias y encontrar los medios de acción, pero el ejemplo del Partido Comunista francés y sus experiencias, pueden servir de punto de arranque, y un esfuerzo del Partido Colombiano en este sentido.

4.—Las medidas puestas en práctica por vosotros en el curso del movimiento, sobre el terreno de la solidaridad, de la ligazón con los campesinos, del carácter antiimperialista dado a la lucha, de la simpatía de los soldados, fueron justas, pero ellas se produjeron bastante tarde y no fueron preparadas por un serio trabajo previo que hubiera permitido al Partido realizar una gran acción de solidaridad.

Sin embargo, de vuestro informe resulta que si el comienzo del movimiento vosotros habéis muy justamente dado a la región de las plantaciones la directiva de no confundir la huelga con la revolución, vosotros habéis, más tarde, como consecuencia de un análisis de la situación, lanzado la iniciativa de “pasar a la acción directa”, sin considerar todavía el movimiento como revolucionario.

A todo esto debemos hacer algunas acotaciones:

Desde luego, no se puede hacer una separación absoluta y poner en oposición la huelga corporativa y la huelga política de carácter revolucionario. Un movimiento corporativista como la huelga general de los 32.000 obreros de las plantaciones de bananas, tiene un carácter político muy netamente antiimperialista. Por su amplitud, por los intereses que puso en peligro, provocó inmediatamente la intervención armado del gobierno y se transformó rápidamente en una lucha política contra el poder del imperialismo. La acción de solidaridad, si ella se hubiese ampliado al conjunto del país, a una gran parte del ejército, pudo tener un carácter política y revolucionario todavía más neto. Cuando el camarada Torres Giraldo habla en "Justicia" del 2 de diciembre de 1928, de la huelga como de un "conflicto simplemente económico y jurídico", comete un error que es una de las causas de la ausencia de solidaridad de los trabajadores de otras partes del país. Es un resto de la concepción liberal de la revolución que os hace concebir "la revolución" en Colombia como una acción independiente y diferente de la acción de reivindicación de las masas. El desarrollo de la acción proletaria de las masas, la multiplicación y la extensión de los movimientos “económicos'' tal como la huelga en las plantaciones de bananas, es la condición indispensable de la revolución, que si ella no está ligada a tales movimientos, si ella no parte de ellos, si ella no se desenvuelve sobre la base de las reivindicaciones de las masas trabajadores, no será más que una conspiración militar, un golpe de Estado de generales liberales que se sirven de las masas y del Partido Socialista Revolucionario para apoderarse del poder, que ejercerán contra los intereses de las masas de las cuales se han servido.

Es preciso subrayar, de una parte, el rol y el alcance político de todo movimiento reivindicatorio "económico" del proletariado, especialmente en las empresas del imperialismo yanqui; de otra parte, la ligazón última, orgánica de todo movimiento revolucionario con la acción reivindicatoria, “económica" del proletariado. Parece también que cuando el Partido ha lanzado directiva para que la huelga se oriente en la vía de la acción directa, es decir, acentúe su carácter revolucionario y político, el Partido no tenía ninguna preparación seria en el resto del país y en el ejército para asegurar la seguridad hasta elemental de los obreros y de los soldados durante la huelga. El Partido debe, sobre este aspecto esencial, modificar completamente sus métodos de trabajo y preparar, así sea una simple huelga "económica”, con todo sentido.

No es necesario considerar la cuestión del movimiento revolucionario como una cosa simple y fácil que se puede dejar a la improvisación de las masas.

Esta falla de la preparación y de la organización del Partido, lo ha conducido a cometer un error táctico más grave. Cuando el Partido ha valorado la terrible represión del movimiento huelguista por el ejército y la imposibilidad para él de poner en movimiento las masas obreras del resto del país provocar la defección de las tropas, el Partido se ha dirigido al gobierno para demandar su intervención a fin de resolver el conflicto. Un tal retroceso no tiene nada de común ni con el comunismo ni con táctica de un Partido revolucionario. Fue una falta que el Partido no debe cometer en lo sucesivo. El gobierno colombiano, como todos los otros gobiernos, no es un órgano que se encuentra por encima de las clases y que puede intervenir como un árbitro imparcial en sus luchas. Es un órgano de explotadores, de los grandes terratenientes, de los capitalistas, del imperialismo yanqui, para oprimir al pueblo trabajador y reprimir brutalmente todas sus tentativas de liberación.

En la huelga de las plantaciones de bananas, vosotros habéis podido constatar como ha enviado el ejército nacional para defender los intereses de la United Fruit, masacrando a los obreros y campesinos colombianos explotados por el imperialismo yanqui. Hacer un llamado a su intervención para poner fin al conflicto, sea por un arbitraje sea por el retiro de sus tropas y el levantamiento del estado de sitio, etc., es para el Partido una completa incomprensión del papel del gobierno y también del rol del Partido en tal situación. Es hacer creer a las masas explotadas que la salud podría venir del gobierno masacrador, en lugar de hacerle comprender que sólo su acción revolucionaria, no solamente contra el imperialismo yanqui, sino también contra su propio gobierno, y la instauración del gobierno obrero y campesino salido de la masa misma de los explotados en lucha contra sus explotadores y el Estado, podrán libertarlos de la miseria y la explotación que sufren. El camarada Torres Giraldo, en el mismo periódico escribe que "el gobierno hubiese debido ocupar la posición digna de conciliador imparcial”. Es ésta una concepción liberal completamente falsa sobre el papel que desempeña el Estado de la que ha nacido la falla del Partido.

El ejemplo pasado de la huelga de Barranca Bermeja y la denegación del gobierno de recibir una delegación del Partido y su rol de masacrador de los obreros colombianos en la última huelga, debe servir para haceros abandonar para siempre la idea de que este Estado puede ser un árbitro imparcial al cual el Partido del proletariado puede dirigir un llamado y para hacer comprender a la masa de los explotados que su liberación será la obra de los trabajadores mismos, de su solidaridad, de su organización, de su combatividad revolucionaria y de sus sacrificios.

Una cuestión conexa a ésta es el problema de las relaciones del Partido Socialista Revolucionario con los liberales de izquierda.

Hemos ya subrayado la necesidad para el Partido del proletariado de tener una posición absolutamente independiente. Esto es absolutamente importante con respecto al ala izquierda del Partido Liberal, que trabaja con una fraseología revolucionaria para no perder completamente su influencia sobre las masas que evolucionan hacia el comunismo.

EL Partido Socialista Revolucionario tiene su origen en el liberalismo. La clase obrera, que ha sido creada por el desenvolvimiento industrial del país, abandona el liberalismo para formar su Partido de clase, distinto e independiente, pero esta voluntad de tener un Partido de la clase obrera, está todavía ligada a una gran cantidad de ideas confusas que vienen del liberalismo. Toda actitud equivoca del Partido Socialista Revolucionario con respecto a los liberales, toda colaboración, toda alianza con ellos, en lugar de apresurar la evolución de las masas hacia el comunismo y su repudio hacia el liberalismo, no hacen más que retardar y trabar la formación de un verdadero Partido proletario y sembrar la confusión en el espíritu de los obreros, confusión que no aprovechan más que los políticos liberales que se sirven así del proletariado y de su Partido.

En el frente único que vosotros habéis realizado con los liberales, contra las leyes represivas, vosotros habéis dejado a los liberales el uso muy amplio de la tribuna para hablar a las masas que habéis reunido; el Partido Liberal y sus jefes han aparecido ante las masas como los campeones de la lucha contra la represión, y no vuestro Partido. Naturalmente, una táctica como esa no puede conducir más que a la bancarrota del Partido Socialista Revolucionario. Cuando vosotros decís que el socialismo ha recibido un rudo golpe por la perdida de la huelga en las plantaciones, es claro que se trata del socialismo liberalizante, pero no el socialismo de la lucha de clases, del proletariado. La experiencia de la huelga no puede favorecer, al contrario, la educación socialista de las masas y su organización independiente, pero la concepción liberal y reformista del Estado “imparcial” y algunas otras ideas semejantes, que no tienen nada de socialistas, han recibido, efectivamente, un golpe que nosotros creemos será mortal.

El Partido Socialista Revolucionario, si quiere desarrollarse, marchar resueltamente adelante hacia la conquista de las masas trabajadores para la revolución, no debe contar con los jefes liberales de izquierda, sino solamente con él mismo, sobre su fuerza de organización, sobre el proletariado y las masas campesinas que arrastra, organizadas, educadas por él. Se debe luchar contra los jefes liberales, destruir las ilusiones pequeño-burguesas que ellos propagan, sus indecisiones, sus ideas fantásticas de una revolución a la manera de un golpe de Estado militar. Solamente cuando el Partido haya tomado una actitud así de neta, independiente, hostil a la ideología del liberalismo pequeño burgués, cuando se halle fuerte en tal posición podrá considerar la posibilidad de utilizar y de servirse de los liberales de izquierda en la medida en que puedan ser útiles en su oposición teniendo en cuenta el interés del proletariado y de la masa campesina y para arrastrar ciertas capas de la pequeña burguesía hacia el proletariado. Si vosotros no modificáis radicalmente sobre este aspecto vuestra táctica iréis a la bancarrota y a la descomposición del movimiento obrero.

No dudamos que el Partido Socialista Revolucionario se educará a través de las propias experiencias muchas veces penosas y ayudado por la Internacional se desenvolverá como un verdadero Partido Comunista, que, fuertemente arraigado en el proletariado, devendrá el portaestandarte y el defensor de los intereses de las diversas capas de trabajadores explotados por los grandes terratenientes y las compañías extranjeras y nacionales, oprimidas y arruinadas por el imperialismo y los gobiernos reaccionarios y clericales a su servicio.

Atrayendo a las grandes masas de trabajadores, bajo la acción del proletariado, el Partido Socialista Revolucionario conducirá al pueblo colombiano a su verdadera liberación, al gobierno de los obreros y campesinos.

El Presidium de la I. C.


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